Fredy Yezzed / 5 Poemas de La sal de la locura

Literatura

Fuente: Literaliedad

ES CLARO QUE DIOS SE ESCAPÓ DE MI CRÁNEO. Que se fue dejando una estela de sangre. Una gotita que un gorrión pisa y esparce sobre el piso blanco.

Escuchaba yo una llanura de carneros, los oía arrancar con sus quijadas las raíces. Ese ruido cuando arrancamos la hierba, ese mismo ruidito cuando arrancamos una rosa como un cabello.

Tal vez quise decir que escuchaba voces. Un susurro inesperado al cruzar la calle. Volteo y miro alrededor y no hay nadie, pero alguien que no está me mira desde la esquina. Solo. Inquietante.

Fue el viento, me digo.

Fue sólo el viento, me repito.


LE HE DICHO A LOS PSIQUIATRAS que si he decidido hablar no es para reparar las cosas. Tampoco deseo que busquen el problema en el andamiaje peligroso de las teorías. Se los he explicado muchas veces, pero parecen no entenderlo. Y si no lo entienden es porque tal vez no existe el problema o sencillamente el problema no tiene solución.

Les parece imposible que yo no desee saber más de mí. Ese barco que se hunde dentro de mis costillas. Le temo a saber más. Más sería entender menos. Entre menos sepa de este mundo, mejor podré pasearme por el mío. Esa casa que se incendia conmigo adentro.

Dios, ¿qué estoy diciendo?

Yo sólo deseo ordenar las cosas aquí adentro.

Y marcharme algún día.


VOY POR EL MUNDO CON UN AGUJERO DE BALA en el pecho. El aire me atraviesa de frío. Los niños juegan a asomarse de un lado y otro. Por allí, la única mujer se me fugó y la única orquídea que sembré no quiso echar raíces.

Voy con esa música de violín perforada. Con ese delirio de insomnio.

Voy caminado por las calles con un agujero de bala en el pecho. Represento muy bien mi papel de muerto. La gente no se asombra de verme malherido y distante. Los hombres meten su dedo índice comprobando que no es un engaño. Creen meter el dedo en un sueño. Y la pérdida es que despierto y la herida sigue sangrando.

Es un sueño que me sostiene de los hilos del mundo.

Es un agujero de bala donde me cabe todo el mundo.


HA NEVADO SOBRE LA CIUDAD REPENTINAMENTE. Los coágulos de nieve se han colado por las tejas rotas y han calado en el corazón de cada interno. Todos han salido con una calma ancestral a ver esa magia de la luz petrificada. En sus rostros se trazó una sonrisa que recordó la comida fresca, el agua limpia, el aire puro. Como tocados por una voz celestial iban saliendo de sus habitaciones arrastrando la suela de los zapatos. Pronto atestaron los pasillos como detrás de un perfume e invadieron el patio mirando al cielo con la boca abierta. Extendían los brazos como dejando posar libélulas blancas en sus huesos. Jugaban a atrapar el algodón con la boca. Todo lo malo, si lo hubo, allí murió. Un copo se enredaba en el cabello de los ancianos, otro se deslizaba por el pecho de las mujeres, uno más huía como un ratoncillo entre los pies. Esa caricia suave. Esa herida tierna. Esa música que es más bella que el silencio.

Un regalo hermosísimo.

Dios al fin habla y dice.


FUE EN EL PISO No. 13 durante un amanecer del invierno. El sol venía remando por el río con su leche opaca. Fue en un balcón sin flores de la calle Jean Jaurès. Salí desnudo a estrellarme contra las agujas del frío. Salí desnudo de mí mismo y de los otros. Temblando cerré los ojos y extendí los brazos para beberme con el pecho toda la intemperie de esta ciudad. A esa hora en que todos los ruidos que nacen se tornan silencio. A esa hora en que uno es tonto y se dice que extrañará esta ciudad.

La tristeza, mujer, la tristeza, la tristeza. Esa bacteria que cala en el alma. Esas aguas espesas de agosto.

Pero la soledad de las azoteas envió cartas de ánimo. La extraña música del silencio perforó la carne. Y alguien o algo tocó a esa casa vacía que es el alma.

Observaba la ciudad mientras caían hojitas de mis huesos.

—Ese balcón del piso 13 de la calle Jean Jaurès—.

 ******


fredy-yezzed* Fredy Yezzed. Bogotá, Colombia, 1979. Como investigador literario escribió el estudio Párrafos de aire: Primera antología del poema en prosa colombiano (Editorial de la Universidad de Antioquia, Medellín, 2010). Tiene publicados los libros de poesía: La sal de la locura, (Premio Nacional de Poesía Macedonio Fernández, Buenos Aires, 2010; Editorial Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2014) y El diario inédito del filósofo vienés Ludwig Wittgenstein (Ediciones Del Dock, Buenos Aires, 2012). Actualmente está radicado en Buenos Aires, donde estudia el género del poema en prosa argentino.

Imagen principal: Edward Paulus, Raíces.

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