Kamal Cumsille / ¿Qué es un refugiado? ¿Cuál es su potencia, su condena?

Filosofía

El refugiado es el reverso de la persona. Exhibe todo lo que la persona puede, de un momento a otro, dejar de ser a pesar de las declaraciones universales de derechos. Evidencia el hecho que el ciudadano, existe solo con la imposición de un régimen jurídico amparado en la violencia, que gobierna a los sujetos y los convierte en personas. Si la fotografía del niño sirio Aylan resulta pornográfica, es porque muestra al desnudo la posibilidad de despersonalización (el despojo de su calidad de persona) que puede llegar a ocurrirle a cualquier ser humano, una realidad que por lo demás, nadie quiere ver y que, cuando estalla, excita de “humanismo” a medio mundo. Precisamente el refugiado muestra que no por ser un ejemplar de la especie animal humana, se es persona.

Es momento de aceptar que los derechos universales no existen. Que, así como el derecho en los Estados es un aparato de gobierno de las clases dominantes, los principios del derecho internacional son también, un aparato de influencia, dominio y colonización de las potencias dominantes. Es por eso que, así como Benjamin sostenía en sus “Tesis sobre el concepto de historia” que: el asombro ante el estado de excepción hecho regla en pleno siglo XX no ha de ser un asombro filosófico; hoy debemos ver lo mismo en Aylan y la crisis de los refugiados sirios. Asombrarnos porque esto ocurra en pleno siglo XXI no es un asombro filosófico.

Es por esto que, el refugiado debe ser la categoría desde la cual debemos a comenzar a pensar la política, por sobre la del ciudadano, algo que viene ya planteado desde Hannah Arendt y recogido por Agamben. En esta época, el ciudadano de los estados democráticos capitalistas es, cada vez más, un consumidor que reclama derechos como tal en lugar de como ciudadano, ha sido subjetivado bajo la idea según la cual su “bien” depende de “su” esfuerzo “personal”, “individual”, y esto no se logra sino a través de la expresión de un interés. Por otro lado, el aumento de países en desintegración o agudas crisis políticas y económicas, ha producido en los últimos años lo que actualmente, a partir de la primavera árabe (y sobre todo con el conflicto sirio), ha explotado como la “crisis de los refugiados”. Así es como aumentan los consumidores o los refugiados, pero disminuyen los ciudadanos en el mundo. El consumidor es la figura capitalista asignada al ciudadano, es el destino que se le pretende dar. Es la vida desnuda administrada por el gobierno económico, la manipulación de la circulación de los intereses – lo que Foucault llamaba “la gubernamentalidad”-. Así, puede que la diferencia entre el consumidor y el refugiado sea solo de grado: el consumidor vive en la desnudez, expuesto al despojo por parte de las clases dominantes o expuesto al asalto por parte de la delincuencia que el sistema produce y alimenta, y que lleva a la tendencia hacia la vigilancia panóptica que pone en relación a las fuerzas policiales con la industria de la seguridad. Pero el consumidor vive una ilusión de felicidad dada por la libertad económica de elegir que el sistema ofrece. Ilusión alimentada y sostenida a través de un permanente espectáculo mediático (Es por eso mismo que el mundo ha reaccionado ante el desastre sirio solo a partir del espectáculo de la foto del pequeño Aylan).

El refugiado en cambio, es la vida desnuda no administrada pero sometida a cualquier cosa. No vive ninguna ilusión y, su destino es para él de la manera más evidente y descarnada, la exposición al despojo que todos padecemos. Es la real potencia de lo humano pero, por lo mismo, tiene un destino posible, que puede ser feliz como desastroso, que es como hasta hoy se nos ha mostrado. De modo que, la potencia del refugiado es la vida misma -la vida sin inscripción alguna, inasible al gobierno hasta que se transforma en espectáculo, que muestra a este mismo la potencia de su desastre-, pero su destino puede ser por ello la peor condena, la reducción de esa vida a una absoluta desnudez desprovista de todo derecho.

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Imagen principal: Abigél Török, Sleepwalkers

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2 comentarios en “Kamal Cumsille / ¿Qué es un refugiado? ¿Cuál es su potencia, su condena?

  1. Hannah Arendt, Agamben, Benjamin… la solución europea contra el europeísmo.

    Este tema está banalizado, primeramente, por quienes lo plantean en estos términos.

    Una de las cosas sobre las que yo reflexiono, es el «perogrullo» (con minúscula) y efectivamente al leer este tipo de reflexiones queda la sensación de que nos encontramos frente a la «instancia superior del perogrullo» que es propia de personas que viven en el boato eclesiástico completamente ajenos a la realidad real.

    Todo es «maya», ilusión, decían los hindúes… y Oupensky escribió un libro titulado «psicología de la posible evolución del hombre», hasta Laclau fue anticipado por los irreverentes cuando Eduardo Schüre señaló que Moisés no creó una religión para un pueblo, sino un pueblo para una religión y todos ellos, y otros más, le dieron a la ‘palabra’ una importancia clave.

    «La liberación de los cuerpos», «el rostro de la tragedia o la tragedia del rostro», «lo común»… y el eterno dilema del huevo y la gallina, son instrumento de dominación religiosa, obviamente.

    Los que leen estos temas con una atención mayor que la media, recuerdan claramente un artículo de Kumsille en La Nación que decía que el bombardeo norteamericano para acabar con el «genocida» Al Assad era necesario pero no suficiente… se entiende que no sería suficiente para que los sirios se liberasen de la opresión de su cultura milenaria, de la enajenación del sistema heteronormativo, de la mercantilización de la cultura, de la política concebida como algo meramente administrativo, y pudiesen «liberar sus cuerpos».

    Es como si Kumsille viviera en una nube de gas tóxico emanado de su propio organismo.

    Este tipo de reflexiones sobre por qué es ‘pornográfica’ la imagen del niño muerto en la playa son como esas sombras que se proyectaban en la caverna de Platón, fuera de la caverna se está produciendo una acumulación, pronta a desplegarse, de fuerzas rusas que será incontrolable en términos de mediana intensidad, e incluso China se dispone a intervenir.

    Cuando algunos destacados pensadores locales se entusiasmaban con el movimiento estudiantil chileno sucedía lo mismo.

    Todos juntos de la mano descalzo por el césped mientras un sismo de un millón de grados remecía al sistema era la postal idílica que difundían por el mundo.

    El conservador auténtico que no es para nada un híbrido de falso conservador con liberal, se mantiene quieto, en la entropía social que vívimos que no es política -del mismo modo que no es política la posibilidad de que un asteoride provoque una catástrofe final- tiende al cero absoluto.

    Las moléculas enloquecidas acaban volatilizadas para finalmente morir térmicamente en el olvido, porque el olvido es lo que le espera a todas estas «construcciones» teóricas.

    Así fue que, por ejemplo, en Argentina ha vuelto la educación religiosa a la Escuela Pública.

    Así fue que el nuevo papa ungido tras la renuncia de su Santidad Benedicto XVI reconoce al Estado palestino y elogiado, por ambos bandos, posibilita el levantamiento del bloqueo a Cuba.

    Evidentemente dos hechos políticos de un nivel que comparativamente con este tipo de notas, o con las funas a la majestuosa sinfónica israelí, es como comparar a Deportivo Iquique con la selección alemana de fútbol.

    Lamentablemente en el camino quedan muchos muertos, miles, hasta millones y muchos años de destrucción, años y años ocupados infructuosamente en materializar galimatías apoyados, avalados, alentados y financiados por el mismo poder al que dicen oponerse.

    El mundo sigue su viaje y, aún ya convertido en una roca deshabitada, lo seguirá haciendo.

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