Vamos, famoso Odiseo, gran honra de los aqueos,
ven aquí y haz detener tu nave para que puedas oír
nuestra voz. Que nadie ha pasado de largo con su
negra nave sin escuchar la dulce voz de nuestras
bocas, sino que ha regresado después de gozar con
ella y saber más cosas. Pues sabemos todo cuanto los
argivos y troyanos trajinaron en la vasta Troya por
voluntad de los dioses. Sabemos cuanto sucede sobre
la tierra fecunda (Homero, trad. 2013: 226).
Ubicada en el canto XII de la Odisea, así suena la melodía sirénica. A pesar de su breve longitud —apenas ocho versos en el original—, el parlamento de las sirenas ha imprimido una fortísima huella en nuestra tradición cultural; tanto es así que la voz “canto de sirena” es recogida por la R.A.E. como “discurso elaborado con palabras agradables y convincentes, pero que esconden alguna seducción o engaño”.