De ahí que la “Postal de Derrida” consista en un flujo continuo de cartas mecanografiadas puntuadas por llamadas telefónicas que se mencionan con frecuencia, pero nunca se registran. La voz sigue siendo la otra de las mecanografías. F.K. Gramófono, 1979.
En virtud de las barreras idiomáticas, y un subdesarrollo epistémico en la región, la obra de Friedrich Adolf Kittler, (1943-2011), no ha sido relevada a la fecha como un “pensamiento de fronteras”, dejando una colosal huella, un vacío, para las “humanidades mediales” en plena era geológica*. Kittler, “especie de Derrida de las máquinas”, analiza las intersecciones entre arte y tecnología, estética y epistemología, cuestión que trasciende los enfoques fenoménicos y sus “atajos cognitivos” para comprender las técnicas, desplazando la distinción foucaultiana entre prácticas discursivas y esferas no lingüísticas mediante una ontología de los objetos ampliando las posibilidades de la infraestructura del sentido y los medios. El teórico de las máquinas toma distancia del a priori histórico de Foucault en la Arqueología del Saber (1969) y subraya la dimensión tecnológico-medial.