Sin duda la muerte es una de las situaciones que genera más angustia en el ser humano aunque en ocasiones este se niegue a aceptarlo y que, al mismo tiempo, provoca gran expectación al no saber con certeza si hay algo así como un más allá después que nuestras funciones vitales cesan. Al respecto, célebre es la frase de Epicuro que señala lo siguiente: “Así pues, el mal que más pone los pelos de punta, la muerte, no va nada con nosotros, justamente porque cuando existimos nosotros la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente entonces nosotros no existimos” (Epicuro, 2012: 88). En la cita ya podemos apreciar el carácter paradójico que presenta la muerte, pues cuando esta nos sobreviene ya no existimos para poder dar cuenta de ella. En este sentido, la muerte no debería preocuparnos tal y como pensaba Epicuro, ya que la muerte es por antonomasia privación del sentir y ahí donde ya no hay sensación tampoco hay dolor. Entonces, pensar en la muerte parece ser algo irrelevante y poco inteligente más en tiempos de pandemia cuando lo que necesitamos es no sumar más angustia al actual estado de incertidumbre que predomina debido a la propagación del COVID-19 en todo el mundo. Pero, ¿no es precisamente en tiempos de pandemia en que la muerte ha estado más vigente que nunca en nuestras conciencias?