Giorgio Agamben / Sobre lo que se acerca

Filosofía, Política

Kavafis usó como epígrafe en uno de sus primeros poemas una frase de Filostrato que dice: “Los dioses sienten el futuro, los hombres lo que sucede, los sabios lo que se acerca”. Los sabios dejan a los dioses -o a los expertos- la predicción del futuro, que siempre está lejos y es manipulable, y a los periodistas el conocimiento -generalmente muy confuso- del presente: solo lo que se acerca, solo lo inminente les concierne y les afecta.

Miguel Ángel Hermosilla / El comunismo como felicidad parpadeante de los nadie

Filosofía, Política

“La stásis y no la polis el conflicto intestino antes que la tranquilidad de la ciudad”. Rodrigo Karmy: Stasiología; guerra, formas-de -vida y capitalismo.

Tal vez, ya no haya nada que leer, sino más bien arrojarse al contagio material de los cuerpos y sus modos de evadir el ejército biopolitico de las formas lingüísticas y la performantividad disciplinante del texto, o habría que inventar otros clinámenes de lectura, un poco más salvajes quizás, que, como pentagramas animados, ritmen la metáfora de la elusión del signo, que el saber de turno pautea para armonizar los sentidos en la direccionalidad única de la conciencia letrada.

Giorgio Agamben / El legado de nuestro tiempo

Filosofía, Política

La meditación sobre la historia y la tradición que Hannah Arendt publicó en 1954 lleva el título, ciertamente no casual, de Entre el pasado y el futuro. Para la filósofa judeo-alemana, refugiada en Nueva York desde hacía quince años, se trataba de un cuestionamiento del vacío entre pasado y futuro que se había producido en la cultura de Occidente, es decir, de la ruptura ya irrevocable de la continuidad de toda tradición. Por eso el prefacio del libro se abre con el aforismo de René Char Notre héritage n’est précédé d’aucun testament. Se trata del problema histórico crucial de la recepción de una herencia que ya no puede transmitirse de ninguna manera.

Katrin M. Kämpf y Christina Rogers / Cortes Digitales

Filosofía, Política

En 2015, el artista británico James Bridle lanzó el plugin para navegadores «Citizen Ex», que documenta cómo nuestros data doubles [dobles de datos] o sombras de datos pasan por diferentes jurisdicciones al navegar por la red[1]. El objetivo del proyecto era dirigir la atención hacia una nueva forma de «ciudadanía» temporal o incluso efímera —ciudadanía algorítmica— que emerge con la lógica de la conectividad transnacional. La ciudadanía algorítmica no concede los derechos de una ciudadanía común, sin embargo, puede tener graves consecuencias para las personas que usan Internet, por ejemplo en términos de libertad de expresión, privacidad de los datos o protección juvenil.

Rodrigo Karmy Bolton / SHUHADA SADAQAT. Sinead O´Connor y la gestualidad del testimonio

Filosofía, Música, Política

En su clase del 29 de febrero de 1984, después de haber planteado el problema del modo en que la parrhesía –el riesgoso “decir veraz”- podía expresarse en un sentido aletúrgico a la luz del cínico, Michel Foucault ofrece un pequeño pasaje que, me parece, resulta clave para lo que nos proponemos: “La expresión mártyron tes alethéias (ser el testigo de la verdad) es tardía, pero creo que podemos recurrir a ella para caracterizar, en el fondo, lo que fue el cinismo en la Antigüedad y sin duda lo que será esa especie de cinismo que se puede encontrar a lo largo de la historia de Occidente a través de diferentes perfiles. Mártir de la verdad, entendido en el sentido de “testigo de la verdad”: testimonio dado, manifestado, autentificado por una existencia, una forma de vida en el sentido más concreto y material del término, testimonio de verdad dado por y en el cuerpo, el vestido, el modo de comportarse, la manera de actuar, de reaccionar, de conducirse.”1 Posiblemente este pasaje sea uno de los pocos donde Foucault se refiere a la figura del mártir. Desde su lectura, éste se inscribe al interior de la línea abierta por el cinismo cuya característica más decisiva habría sido la de situar la cuestión de la verdad no en el “decir veraz” de la parrhesía como en el “cuerpo” donde ésta aparece “dado por y en el cuerpo”.

Giorgio Agamben / Las almas muertas

Filosofía, Política

Nabokov, en su libro sobre Gogol’, intentó definir qué es el pošlost’, la miseria barata y ruin en la que viven los personajes de ese inmenso escritor de cuyo abrigo, decía Dostoievski, “salimos todos”. Del pošlost’, emblema, policía y, al mismo tiempo, encarnación es Čičikov, el inefable comprador de almas muertas, es decir, de aquellos siervos difuntos, por los que el amo seguía pagando el testatum, proporcionándoles así una especie de falsa supervivencia. No creo proponer nada descabellado al sugerir que Čičikov es para nosotros un símbolo de quienes hoy gobiernan -o creen gobernar- la vida de los hombres. Como Čičikov, manipulan y trafican, de hecho, con almas que ya están muertas, cuya única apariencia de vida es que ellas mismas pagan los testatis y compran los bienes de consumo que se les dice que compren. Poco importa, pues, que esas almas estén realmente muertas o que sólo lo parezcan a quienes las gobiernan, ya que lo esencial es que se comporten -y lo hagan bien- como si estuvieran muertas. “Sí, claro que están muertas”, dice Cicikov de sus almas, “pero, por otra parte, ¿qué sacamos hoy de los vivos? ¿Qué clase de hombres son?”, y al interlocutor que objeta que éstos al menos están vivos, mientras que sus almas no son más que una ficción, responde indignado: “¿Una ficción? ¡Pues sí! Si las hubieras visto… Me gustaría saber dónde encontrarías semejante ficción.