Mauro Salazar J. / Goyeneche en punto y coma. La pasión por el tempo

Música

a Nelson Ronda…

Roberto Goyeneche (1926-1994) fue un chofer de buses y colectivos. El incondicional hincha de Platense. El hombre de Saavedra que inició su carrera en 1944 con la Orquesta de Raúl Kaplún y debutó en Radio Belgrano. En 1952 de la mano de Horacio Salgán pasa a la primera vitrina de la industria tanguera. Esta agrupación sin transgredir las bases de la doxa se ocupó del juego de contrapuntos y variaciones dinámicas en lo que respecta a la instrumentación (“A fuego lento”). Las primeras interpretaciones de Goyeneche están ligadas íntimamente al “genero testimonial”, con melodías bien definidas, énfasis sobre las vocales y remates sobre notas largas, siempre a tempo. Todo ello son características interpretativas comunes con otros vocalistas de la industria de masas. El Polaco por esos años, no gozaba de un lugar privilegiado dentro del “mainstream tanguero”, salvo como un instrumento más dentro de la orquesta. Vocalmente Goyeneche bajo Salgán (“generación sincopa”) cultivó una voz con mucha presencia y proyección, un registro de barítono con un sonido limpio y utilización de vibrato. Estas características influyen en la construcción interpretativa del tango. Aquí comienza el énfasis sobre las vocales en lugar de consonantes. En cuanto a los aspectos rítmicos no hay presencia de desplazamientos, ni irregularidad en los compases. Todo está muy sincronizado con la orquesta sin alterar la regularidad rítmica de ninguna pieza. Todavía nos encontramos bastante lejos de las características que identificamos rápidamente en Goyeneche dos décadas más tarde (años 70’ y su consolidación como solista), como sus irregularidades experimentales dentro del tempo, la forma de cantar que entremezcla melodía, palabra y silencios estirados.