La intensidad es, a la vez, lo insensible y lo que sólo puede ser sentido.
Deleuze, Diferencia y repetición
De alguna u otra manera, Philippe Lacoue-Labarthe nunca dejó de hablar, al mismo tiempo, de la música. De alguna música. Y lo hacía, al mismo tiempo, cada vez que escribía, queriendo hablar de otra cosa que de la música. No es raro entonces que cuando se dedicara explícitamente a la música —cuando hablara sobre la música— tuviese que probar un golpe que era dado al encontrarse ‘fuera’ de la música, cuando más cerca se andaba de ella. Golpe impersonal (“que era dado…”) que ocurría en lo más íntimo de un interior que pretendía encontrarse a sus anchas, muy cerca de cierta música, pero no sin cierta incomodidad intransigible que ocurriría desde hace mucho cada vez que se hablaba de la música.