La reflexión sobre el tiempo de Vladimir Jankélévitch argumenta una original teoría del instante enraizada en la experiencia musical. En el punto de encuentro entre bergsonismo e impresionismo, la obra de Debussy va a convertirse en su más querida referencia filosófica, en la mejor metáfora de la inefabilidad y el silencio. La música va a ser la expresión de una temporalidad plenificada que invita a la esperanza y que actúa realmente en el mundo. Frente a la angustia del intervalo y de la finitud hay un momento eterno de naturaleza enigmática e infinitesimal, un Presque-rien entre el ser y el no-ser del que la música es la mejor embajadora.