Dispersos por la ciudad neoliberal, estigmatizados e irredentos, habitamos lenguas secas, cuerpos fríos, voces de la desesperanza. Escribir librados a un destino incierto es compartir el abismo de la soledad que descubre nuestra compasión, un día, una noche, en una esquina, mirando por un tragaluz. M.S
El pliegue escritural de Carlos Ossa es el trabajo fragmentario, con dimensiones suspensivas y cambiantes respecto a la positividad del “concepto gerenciado”. La discontinuidad de la práctica fragmentaria desplaza la idea de que el texto escritural se debe a una inevitable progresión argumental (univocidad). Desde un descalce sobre las imágenes, se trazan cortes, itinerancias, rupturas, pero siempre produciendo disrupciones y posibilidades de sentido.
En La Quimera Electrónica (UFRO, 2024) el autor introduce una alteridad que abre y agudiza una nueva “arquitectura del conocimiento” que concibe la imagen como una relación social cognitiva en tiempos de democracias drómicas. No se trata de suscribir a los pactos estéticos de la ilustración adaptativa, ya sea en su versión historiográfica-ilustrativa, o bien, transigir hacia el peritaje de algún documento antropológico. Lo anterior dista del recurso representacional de las Ciencias Sociales y el gremialismo de los “formatos circunspectos” (Nihilismos de la Academia). Aquí no hay un frenesí diagnostical, sino una interrogación extenuante -aunque nunca reactiva, cabe decirlo- sobre las convulsas agendas epistemológicas. En suma, una escritura que interroga las visualidades del consenso experto.
Y así, las imágenes contemporáneas no son un enjambre de aparatos y medios unidos por la trama global de la infoentretención -imágenes del emprendizaje cognitivo– sino un régimen de “disciplinamiento de lo sensible”. En un ambiente postfordista avalado por economías que trabajan con la riqueza inmaterial, han devenido en la “moneda díscola” de un presente que nos desilusiona con sus políticas culturales y reformas educativas. El movimiento que nace de esta trama crea una compleja alianza entre la precarización de la creatividad (para evitar la autonomía de los bienes colectivos) y la corporativización del saber (para evitar las divergencias sociales).
Los flujos visuales del consumo buscan que hombres y mujeres liberan la tristeza y se hagan transparentes para concentrar la potencia laboral en la generación de una riqueza distante, compulsiva y misteriosa. Por fin, la comunidad política ha sido reducida a un solo rostro por el capital post-industrial y las redes sociales disuelven en datos las biografías de quienes deciden convertir su privacidad en “confesión algorítmica”. La actualidad visual es administrada desde lo efímero y por “paquetes visuales” (disolventes) que reducen la imágen al campo de la ilustración funcional -contingencial- y no a la producción de pluralismos hermenéuticos. La creciente aceleración en el consumo de “imágenes coaching” instituye efectos de verdad y posibilita un deseo tanático que obstruye los esfuerzos por mayor pluralidad, formas de vida y ciudadanías observantes.
De allí que las hegemonías visuales de la dominante neoliberal, han sido naturalizadas en la formación de la identidad y son capaces de elaborar nostalgias programadas, incertidumbres abusivas, sin comprometer ningún “reparto de lo común”.
Finalmente, contra la imaginería neoliberal de naturalizar el consenso de las imágenes, Ossa ha ocupado un lugar discordante en el panorama universitario, develando la orfandad hermenéutica de una modernización narcotizada en indicadores y certificaciones policiales. Su trabajo ha oscilado entre un ethos y un pathos, distopía fértil, desde donde cultiva una lengua discrepante en el campo de la comunicación, las imágenes, la biopolítica de los cuerpos y las artes visuales. Su modulaciones disruptivas han quedado plasmadas en emplazar activamente las ingenierías del lenguaje, las economías del conocimiento -managerial-. Todo en el marco de una modernización que ha confiscado la subjetividad y ha erosionado el orden de la vida cotidiana.
Después de repasar los movimientos de escritura de Ossa, sus afanes por abrir y repensar un nuevo horizonte libidinal, podemos invocar un libro, Minima Moralia.
Mauro Salazar J. Doctorado en Comunicación. Universidad de la Frontera
El lanzamiento de la La Quimera Electrónica (Ediciones UFRO, 2024) será el próximo jueves 30 de mayo y comenta la Dra. Laura Lattanzi. Universidad de Chile y el Dr. En Comunicación. Carlos del Valle. Universidad de la Frontera. Modera, Mauro Salazar. Doctorado UFRO-UACh. DIBRI. Área de circulación, Biblioteca Central de la Universidad de la Frontera. (15.00 Horas, Chi).
