Astor.
a esa dulce amistad,
F.C
Piazzolla. Entre Mar del Plata y New York. La Calle 8 de St. Mark ‘s’ Place. Camorra. Vicente Nonino junto a Nicola Scabutiello. Un inmigrante ‘tano’. Juegos de billar, relaciones obliteradas con la mafia. Rubatos, barroquismos y urbanidades. La cadena siciliana y el Pizzicato. Modernidad esquizofrénica. La Octava Avenida, Nueva York, Elia Kazan, Al Johnson, Gershwin, Sophie Tucker que cantaba en el ‘Orpheum’, «un teatro que estaba a dos pasos de nuestra casa. Todo esto, junto con la violencia y el aspecto oscuro e impresionante que caracteriza a Nueva York, todo esto está en mi música, en mi vida, en mi forma de ser, en mis reacciones. Crecí dando golpes y defendiéndome. ¡Todavía es así hoy en día! » le dice a [su hija] Diana Piazzolla (Astor, 2002, 32).
«Ensamblaje». Singularidades de cuerpos, intensidades y afectos. El «ritmo» en sus incordios con estructuralismos de la época («epoché») y estéticas del marco. Gracias a la música, “las pasiones gozan de sí mismas” decía Nietzsche. Astor, cualidades sensitivas dignidad ontológica de la musicología- y experiencias que tensionan la tradición fenomenológico-hermenéutica. Los conceptos revelan su impotencia. «Cronotopos» sería la expresión más contigua. Suite, metaforicidad como producción de sentido y «artesanía poiética» que impulsa el flujo de las diferencias, sonoridades, percepciones y temporalidades. «Visión de Paralaje». Paralaje es la óptica contra el «serial dodecafónico» de Schönberg. Asaltar células rítmicas e inflexiones fonéticas. Bandoneón en sus modulaciones sonoras, pasivas y activas, como un régimen de sensorialidad de cuerpos y lenguas -culturas, memorias e imaginarios populares- en un giro antropotécnico develando los usos tradicionales (1939-1951). El Doble AA (arrastre, lloro y rezongo) hasta sus percusiones en la contemporaneidad. Piazzolla, paisajes melódicos. Omar García Brunelli habla de una estética pulsional, más performativa que ilustrativa. Actos que hacen o «performan».
En 1954, los solistas del Jazz en la escena parisina. Fractura de 1955, un fuera de tiempo y espacio ‘Lo que vendrá’ (Piazzolla) El decálogo. Manifiesto perceptual y cognitivo, que disiente del continuum del tiempo y su intimidad oscura. «Decálogo», y las cualidades sensibles (intensidad, percepción, cuerpos y afectos) capaces de imputar la «visualidad hegemónica. 1955, fractura del «movimiento normado». Toda está traza sin abjurar a los timbres expresivos del desarraigo en la ejecución, rubato, canyengue, swing, mugre y sudor como posibilidad de visibilizar mundos posibles. Troilo, Salgan, Stampone y Pugliese.
Tango moderno (1957), se escucha ‘Los mareados’ (Juan Carlos Cobián) y ‘Arrabal’ (José Pascual). Nomadología, intensidad, y singularidades. La clase media e intelectual angustiada por la razón populista (Perón). Tanques en Olivos. Pantaleón, y el octeto en la boîte Rendezvous de Osvaldo Fresedo. He didn’t give a shity . Ahí en medio del caso irrumpió un ritmo, el Tango Contemporáneo contra los mitos de la nación plebeya. Contrapunto, -Stravinski-Guardia Vieja, Piazzolla-Borges- dentro de la tensa filigrana –Sinfonietta, María de Buenos Aires, neo-tango y pos-tango. Pantaleón, diluir las querellas cognitivas entre campo popular y orquestación sinfónica en las imágenes de Manhattan, la calle 8 y el hibridaje de cuerpos insumisos. 1955 y la fractura del «movimiento normado». Toda está traza sin abjurar a los timbres expresivos del desarraigo en la ejecución, rubato, canyengue, swing, mugre y sudor como posibilidad de visibilizar mundos posibles.
En el atardecer peronista, el Octeto de 1955 fue la osadía del pensamiento contra las formas binarias cuando se alzó el deseo por otro presente vivo. Piazzolla ficciona un futuro, por venir, y derrama mediaciones sensitivas. La temporalidad ‘cismática’ de los Quintetos es una disyunción con un tiemplo estuche, uniforme y trascendental. Borges, “el Norte es nuestra nostalgia de Europa, el Sur nuestra nostalgia del pasado”. Troilo, última cita íntima con los Barrios y las estéticas del 900’. ‘Tristezas de las cosas que han pasado, arena que la vida se llevó’. Contratiempo (1952), Triunfal (1953) Prepárense (1955), Lo que vendrá (1957), Adiós Nonino, 1959 y un tiempo excepcional intempestivo. Un tempo donde están ocurriendo cosas y no es fácil de asir por cuanto reclaman una ciudad de alteraciones e intensos decibeles. Astor, entre la tradición, modernidad, la vanguardia y el nuevo tango. Ruptura, innovación, fusión, modernización y fractura como equivalentes de futuro que abre nuevos contrapuntos territoriales. Lo contemporáneo se abre como un hiato entre lo decible y lo visible. Lo (post)popular como un campo abierto a lo plural-discordante, donde conviven mezclas, despistes cognitivos y objetos heteróclitos; un fuera de código que insta a una discusión más allá del identitarismo del rubato. Robar el tempo futuro de la partitura, alterando los acuerdos del marco. «Nomadología deleuziana» que invoca la trastocación de las jerarquías sonoras, yuxtaposición del compás. Piazzolla en sus flujos expresivos de in-actualidad y potencias de la improvisación. «Oxímoron» de las formas rítmicas», monadológicas, agramaticales, referidas al materialismo sónico. Pasión por el presente como el «quid» de la improvisación, el «entre» que oscila entre la pauta —lo pauteado— y la improvisación. La improvisación como impulso elemental, sin tempo.
El Jazz, Charlie Parker, la espera, y el momento acontecimental. Devenires del Flamenco -Paco de Lucía- sin partitura -trasmisión oral. La incomodidad con el estancamiento tímbrico-armónico del presente llevó Astor Pantaleón a las «salidas de marco» —creación— que implicaría fracturas de sentido y quiebres con las semánticas de época. «Sinuosidades de sentido», memorias urbanas, emergentes y descentradas. Piazzolla, vacilaciones de «antropomorfismo», y una especie de desobediencia epistémica, que asume la imposibilidad de una sutura. «Modernidad y vanguardia». Texturas que no se agotan en la sucesión archivística del tiempo histórico, ni en una vertebración caída en los consumos culturales.
La ruptura de Astor bajo el área de influencia de Nadia Boulanger (Stravinski, Bartók, Ravel), y donde quedaría excluida la verdadera música contemporánea bajo la incidencia de Pierre Boulez. Movimiento, introducir lo culto en lo popular. Piazzolla, 1954, la «performatica». Un momento liminar, conducta restauradora de interprete, habría sido Troilo (1939-1944), La orquesta con Fiorentino (1944) y la orquesta típica de 1946 a 1948. Más tarde músico, líder, «vanguardista incomprendido» y un litigante advertido de los efectos de resonancia de las narrativas mediales. «Quintetos», «Nonetos» y «Sextetos», hasta la hegemonía jazz-rock de los años 70’ y el retorno al Quinteto de cuerdas. En una rápida sinopsis, en la gala de retorno a la democracia en la argentina en 1983, Piazzolla fue invitado. Los encuentros con Gary Burton, Gerry Mulligan, Milva, Ney Matogrosso, Kronos Quartet no producen música de fusión ni ecléctica, sino un documento del poder de su estética. Astor, Libertango y el mercado Italiano. En los años 80’ el Sexteto, Gandini, antes Siegler. Suarez Paz, antes Agri.
En 1973 confesó haber votado por la fórmula de Perón. En sus obras, como Cuarteles de invierno (de Lautaro Murúa), Llueve sobre Santiago (de Helvio Soto) y Cadaveri Eccelenti (de Francesco Rosi), se tocaban temas relacionados con el golpe militar a Salvador Allende, y a pesar de sus críticas a la dictadura de Pinochet (1973). Con todo, cabe consignar su conocido exabrupto en defensa del modelo punitivo del dictador (Biografía de Natalio Gorin). En su obra cantada, la tendencia implica una dimensión social que no es contigua a la cosmovisiones de la derecha, a saber, personajes marginales: el Chiquilín, un vendedor de rosas, como «zona de hambre» -cuerpos pobres- y sufrimiento humano… «que no te entendí». En Nueva York, Edward Saïd reflexionaba sobre una culturas distintas. Resultan extraños los placeres del exilio, pero hay algunas cosas positivas relacionadas con el exilio que deben mencionarse. Considerar el mundo entero como un país extranjero puede moldear una manera original de ver el mundo. La mayoría de los exiliados conocen al menos dos, y esta pluralidad los hace conscientes de que existen dimensiones simultáneas. Tal consciencia es una expresión contrapuntística que nos permite abrazar la música de Piazzolla como un vibratum de extramuros, no en el salón ni el conservatorio, sino en los bajos de Manhattan.
Carlos Kuri hace una sutil referencia cuando alude a un vendedor callejero de rosas (el propio Astor). La composición de Piazzolla & Ferrer, en tiempo de vals (1969), habla «del hambre que no te entendí…Chiquilín…. de Bachín»
Dr. Mauro Salazar J. UFRO.
