Nuestro punto de partida es la enunciación más elemental de la biopolítica según M. Foucault: ésta designa la entrada de los fenómenos propios de la vida de la especie humana en el orden del saber y del poder, lo cual caracteriza la economía general del poder en la modernidad. Si en la modernidad occidental el poder pudo tomar como objeto a la vida, ello sucedió al calor de un saber que con sus técnicas la aisló, la fijó y la hizo terreno de una posible intervención política.