Fuente: El Barrio Antiguo
—¿Es cierto, Basilio, que existen las sirenas?
—Tan cierto es que existen como que me llamo Basilio —contestó el pescador.
—A mí no me parece que sea tan cierto, y en cuestión como esta, yo soy más desconfiado que Santo Tomás.
—¿Ver y creer? Pues yo vi y por eso creo.
—¿Tú has visto? ¿Has visto sirenas? No delires. Habrás sido juguete de un engaño.
—¡Juguete de un engaño! No, señor, ¡si lo recuerdo como si hubiese sido ayer!