Vivir entre medio de cadáveres. Tal es la vida que estamos viviendo. Los cadáveres se amontonan, se apilan, son flashes a la cara que nos molestan, nos desagradan y nos complacen. Niños descuartizados por los bombardeos, cabezas, piernas, restos de carne en descomposición. Esa es la época de los cadáveres. La que ha ensombrecido a las naves espaciales, a los teléfonos inteligentes, a las mujeres que se abren de piernas en los avisos publicitarios.