Tariq Anwar / Recuerdos del cuerpo

Literatura

El recuerdo es borroso, no tan nítido como quisiera, pero quizá más claro de lo que un recuerdo común se asienta. Veo cuerpos, principalmente humanos, pero también formas míticas, perros siendo alzados por miles de brazos. Los cuerpos llevan pañuelos, algunos morados, otros verdes y hay un cetro en torno al cual estos cuerpos giran, se mueven, trepan y se confunden luego con muchos colores. No logro dar con toda la escena. Pareciera haber gases, que hacen del día una mezcla de rojos, amarillos, verdes y mucho gris. Hay sonidos también. Si fuerzo un poco la memoria, aparecen cantos. No parece ser un sueño, porque en ellos, cuando aparece alguien y me dice “despierta” ocurre que ya estoy despertando. Pero aquí los cantos indicaban un despertar y mi propio cuerpo, en vez de levantarse se dejaba llevar por una fuerza gravitatoria. Recuerdo haber sentido picazón en los ojos. Recuerdo haber visto delante de mí, bastante más lejos, otros cuerpos que formaban un muro. Eran cientos y uno solo. Recuerdo haber abrazado sin conocer biografías. Estar en movimiento y luego parado, caminando y luego corriendo. Escucho todavía el sonido de balas que no alcanzaban a quitar la alegría. Golpes de palos sobre los cuerpos que extrañamente creaban rostros sonrientes que en un segundo se mostraban para desaparecer pronto entre rostros indefinibles, rostros humanos, rostros de perros. Recuerdo que la fuerza de atracción me llevó hasta el centro que reunía los cuerpos y se me aparece fugazmente la imagen de un flujo ascendente que terminaba con colores vivos y cambiantes. Recuerdo y a ratos olvido, porque la imagen es borrosa. Quizá el humo no sólo es parte del recuerdo, sino que es la propia memoria difuminándose. Quizá el humo es la fuerza del olvido que habita la memoria cuando esta es melancolía.

Khaldoun el Rushd / Época de cadáveres

Literatura

Vivir entre medio de cadáveres. Tal es la vida que estamos viviendo. Los cadáveres se amontonan, se apilan, son flashes a la cara que nos molestan, nos desagradan y nos complacen. Niños descuartizados por los bombardeos, cabezas, piernas, restos de carne en descomposición. Esa es la época de los cadáveres. La que ha ensombrecido a las naves espaciales, a los teléfonos inteligentes, a las mujeres que se abren de piernas en los avisos publicitarios.