Asimilada la idea de que la lectura crea lo que Barthes (1993) llama espacio de goce, la siguiente tarea del lector-crítico como la de quien escribe, no deja de ser imaginativa. Cuando lee, no solo debe hacerlo de manera crítica, sino que también debe imaginar el lenguaje sobre cómo va a escribir su texto. Imaginar en el lenguaje del autor, de lo que lee, otro lenguaje que se configura como “el propio”, y del que surgirá su escritura. Si imaginar un lenguaje significa, como nos dijera Wittgenstein en sus Investigaciones Filosóficas (1988), imaginar una forma de vida, ¿qué forma o formas de vida podemos imaginar en los poemas que contiene el libro Luna ácida del poeta Mauricio Torres Paredes?