Atentos, que preguntaré por las prácticas. No las buenas prácticas ni las malas prácticas. Por las prácticas. Es decir, ¿qué hace usted? Bien, no debo meterme en su vida privada, pero es que su vida hace tiempo no es privada, si es que alguna vez lo fue. Entonces, me meto nomás y le pregunto ¿que hace usted? Si exige que no me concentre tanto en el individuo, porque ya sabemos lo odioso que es exigirle a seres atomizados que hagan algo, cuando en realidad debiese ser la comunidad, el Estado o que se yo, formulo, entonces la pregunta de nuevo, teniendo los cuidados del caso ¿Qué hace usted en tanto parte de algo que no es sólo usted?
No crea que esto es una vil hipocrecía. Yo ya me hice la pregunta y la comunicaré a los más amigos. Secretos de Estado, usted comprenderá. Solo el petit comité tiene acceso. Bueno, por eso, no se trata de que usted ande declamando a los cuatro vientos qué es lo que hace, sino más bien que lo piense. Si es que tiene tiempo, claro, y el calor no le impide pensar bien. No es necesario, en todo caso, que piense tanto si al final sabemos que la pregunta va al cayo en una época como esta, tan llena de voces emprendedoras. Por supuesto que su respuesta puede ser “qué te importa”, pero no nos hagamos los desinteresados ni los extremadamente afectados. Así que en un milisegundo, le invito a parar y pensar ¿Qué hace usted?