Giorgio Agamben / El trabajo y la vida

Filosofía

A menudo se elogia la Constitución italiana por haber puesto el trabajo en su fundamento. Sin embargo, no solo la etimología del término (labor en latín designa un sufrimiento angustioso), sino también su adopción como consigna de los campos de concentración («El trabajo hace libres» estaba escrito en la puerta de Auschwitz) habrían debido advertirnos contra una concepción tan imprudentemente positiva. Desde las páginas del Génesis, que presentan el trabajo como castigo por el pecado de Adán, hasta el pasaje tantas veces citado de La ideología alemana, en el que Marx anunciaba que en la sociedad comunista sería posible, en vez de trabajar, «hacer hoy una cosa, mañana otra, ir a cazar por la mañana, pescar por la tarde, criar ganado al anochecer, tras la comida criticar, según surja el deseo», una sana desconfianza hacia el trabajo forma parte integrante de nuestra tradición cultural.

Existe, sin embargo, una razón más seria y profunda que debería desaconsejar el poner el trabajo como fundamento de una sociedad. Procede de la ciencia y, en particular, de la física, la cual define el trabajo en función de la fuerza que hay que aplicar a un cuerpo para desplazarlo. Al trabajo así entendido se aplica necesariamente el segundo principio de la termodinámica. Según este principio —que quizá sea la expresión suprema del sublime pesimismo al que llega la verdadera ciencia—, la energía tiende fatalmente a degradarse y la entropía, que expresa el desorden de un sistema energético, con la misma fatalidad tiende a aumentar. Cuanto más producimos trabajo, tanto más aumentan irreversiblemente el desorden y la entropía en el universo.

Fundar una sociedad sobre el trabajo significa, por tanto, destinarla en última instancia no al orden y a la vida, sino al desorden y a la muerte. Una sociedad sana debería más bien reflexionar no solo sobre los modos en que las personas trabajan y producen entropía, sino también sobre la forma en que pueden permanecer inoperantes y contemplar, produciendo esa negentropía sin la cual la vida no sería posible.

Fuente: Quodlibet.it

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.