Entrevista a Paula Cucurella / Sobre Rabia / Pena. Poesía migrante

Poesía

En Ficción de la razón, conversamos con Paula Cucurella, que acaba de editar la antología de poesía migrante Rabia / Pena en la casa editorial DobleAEditores.

Ficción de la razón: Paula, considerando el contexto mundial de auge de diversas formas de fascismos y la creciente persecución a los inmigrantes, cuestión que en Estados Unidos ha llegado a un nivel delirante, ¿qué significa como gesto la publicación de Rabia / Pena?

Paula Cucurella: La expansión del fascismo nos hace convivir con cosas profundamente contradictorias. En Estados Unidos, donde vivo y trabajo, conviven un nacionalismo agresivo —sostenido en mitologías de origen, políticas identitarias divisorias y discriminatorias y discursos de “defensa” de la nación— con una economía globalizante de libre mercado que necesita entrar en todas las economías locales, precarizarlas y desestabilizarlas, y luego desentenderse de las consecuencias de esa intervención.

En este contexto, se produce una situación muy sintomática: comunidades migrantes que llegaron hace cien años, ya asentadas en las economías locales, discriminan a las migraciones recientes invocando su “originariedad”, que fundamentalmente significa simplemente haber “llegado antes”. Esta es una de las grandes contradicciones del fascismo que vemos hoy, pero que también reconocemos en sus expresiones históricas. Lo peor es que nada nos garantiza que los migrantes de hoy en todo el mundo no harán lo mismo con les migrantes del futuro.

La publicación de Rabia / Pena se sitúa como un gesto que aborda parte de la desinformación implicada en esta ideología.. La antología quiere recuperar historias y sensibilidades que el fascismo busca expulsar de toda representación: voces migrantes, de personas que han emigrado, que vienen de familias migrantes, que han sido empujadas a la precarización máxima, o incluso a la desaparición estadística, gente que “no cuenta”, muertes que “no cuentan” . Una de las operaciones fascistas es la reducción del otro a cifra insignificante —o ni siquiera contabilizada— y la saturación de todos los canales de representación con imágenes estereotipadas.

Frente a eso, Rabia / Pena insiste en otra forma de contar: ir al encuentro de las historias en los términos de quienes las han vivido, no en los términos de las instituciones que las administran o las convierten en dato. En ese sentido, la antología es un gesto poético y político: una apuesta por que la experiencia migrante no quede sólo como resto no contabilizado del orden económico y nacionalista, sino como archivo vivo de voces que se resisten a ser borradas.

Ficción de la razón: Rabia / Pena es de libre acceso, cuestión que hoy en día se entiende en sí misma como un gesto político. Cuéntanos un poco de la necesidad de liberarlo desde el inicio y del proceso colaborativo que ha hecho posible su aparición.

Paula Cucurella: Desde el inicio, queríamos que Rabia / Pena fuera de libre acceso, no sólo como estrategia de difusión, sino como decisión política. Que cualquier persona —y en particular quienes viven situaciones de migración, precariedad o expulsión— pudiera acceder al libro sin depender de la institución literaria, de una compra, de una biblioteca específica o de la mediación de un mercado.

Esto tiene que ver con algo muy concreto: hay poetes increíbles que no tienen formación literaria, que no circulan por los circuitos editoriales tradicionales, y cuya escritura, sin embargo, enriquece enormemente a sus comunidades. La importancia de la poesía no se agota en lo que reconocemos como “campo literario”; tiene que ver también con la posibilidad de que una comunidad narre y piense su propia experiencia. Por eso nos interesaba abrir vías de antologización que no dependieran exclusivamente de premios, casas de cultura o redes ya institucionalizadas.

El libro existe gracias al trabajo voluntario y generoso de un equipo. El llamado a contribuciones, la gestión de los envíos, la administración de la página de Poesía Migrante, la comunicación con quienes enviaban sus textos, los criterios de paridad y no discriminación (de género, étnica, sexual, de clase) fueron acordados y sostenidos colectivamente con Mauricio, y Cristina. Y la diagramación, el diseño y el concepto del diseño fueron trabajo de Cristina y Claudia. Yo estuve a cargo de la coordinación, la curaduría de los textos y buena parte de la gestión, pero nada de esto hubiera sido posible sin ese trabajo compartido y no remunerado.

La portada es también parte del gesto: la imagen de la fibra del cactus que da la tuna —con sus tejidos que son al mismo tiempo estructura y sistema de irrigación— sintetiza muy bien lo que la antología intenta hacer. Se trata de pensar la poesía migrante como esa trama de vasos comunicantes que permiten la supervivencia en contextos inhóspitos. Hacer el libro en copyleft y de libre acceso responde a esa misma lógica: hay pocas cosas por las que vale realmente la pena trabajar gratis, y una de ellas es aquello que se juega en el futuro de estas formas de escritura y de convivencia.

Ficción de la razón: De pronto, al leer algunos de los poemas, nos encontramos con diferentes lenguas, incluso una mezcla de lenguas. Podríamos decir que más que lenguas de los márgenes, se levantan algo así como lenguas en los intersticios, voces de lo entre medio, entre lenguas y en tránsito. ¿Qué abre para la propia poesía, el pensamiento o incluso la lengua esta manera de hacer poesía?

Paula Cucurella: La experiencia migrante exacerba algo que quizá siempre estuvo allí: la fibra poética- corporal del lenguaje. En mi caso, por ejemplo, los primeros poemas que publiqué en 2011 nacen de una experiencia muy física, cuando me fui a estudiar a Estados Unidos. Aunque estuviera rodeada de gente que hablaba castellano, yo no hablaba “chileno”, no estaba en mi propia cadencia, en mis modismos, en mi entonación. Al final del día, literalmente me dolía la garganta: sentía que había intentado decir mil cosas y ninguna quedaba bien dicha.

Esa sensación de desajuste obliga a reorganizar todos los recursos lingüísticos de los que una dispone para poder comunicarse. En poesía, eso se traduce a menudo en una tensión entre comunicar y expresar. Es posible que un poema no comunique “nada” en términos informativos, pero exprese muchísimo en términos afectivos, rítmicos, etc. Ahí, la mezcla de registros, de lenguas. Los intersticios, las grietas entre códigos no son un problema a resolver, sino precisamente el lugar donde se puede experimentar la experiencia poética como capacidad negativa incluso.

En poetas que han tenido que reivindicar o rescatar el cuerpo de usurpaciones históricas —pienso en poetas indígenas, en poetas trans, por ejemplo— la escritura se vive, a menudo, como una extensión del cuerpo. No se trata sólo de representar una identidad, sino de producirla, y producir un espacio donde esa identidad pueda existir. Las “lenguas de entre medio” que aparecen en Rabia / Pena son, en ese sentido, formas de habitar cuando el territorio se ha vuelto inhóspito o negado, o cuando las fronteras del territorio se difuminan.

Lo que se abre, entonces, no es solo una experimentación formal, sino una pregunta: ¿qué puede una lengua cuando deja de ser solo un sistema de comunicación y se vuelve un modo de habitar el mundo en condiciones de exilio, de despojo o de tránsito perpetuo?

Ficción de la razón: Como es de alguna manera lógico, en la experiencia migrante una cuestión que tiene un enorme peso simbólico es el territorio. Territorios imaginados, nuevos, incómodos, que hacen sentir fuera de lugar, que cuesta habitar. ¿Cuáles son para ti las vías que abre la poesía para pensar (o dejar de pensar) el lugar?

Paula Cucurella: El territorio, tal como se nos presenta en el mundo contemporáneo, es una representación extremadamente precisa y extremadamente violenta: fronteras trazadas, pasaportes, visados, aparatos de vigilancia y de control del flujo de cuerpos, bienes y capital. El hecho de cruzar un borde no significa solamente dejar de habitar un espacio, sino también entrar en otro régimen de regulación, deuda y violencia. El migrante está siempre dentro de algún territorio, incluso cuando lo habita “al margen” de las instituciones que lo administran.

La poesía, en cambio, no está obligada a seguir las lógicas de la cartografía estatal. No por ello es “inocente”: también está atravesada por instituciones, por el libro, por el mercado editorial. Pero permite formular otra pregunta: ¿cómo nos nombramos, cómo nos referimos a nosotras mismas dentro de un espacio sin obedecer por completo a las formas de referencia impuestas por la policía de fronteras, por los discursos nacionalistas, por la economía del crédito y la deuda?¿Cómo leer el rastro de esa “desobediencia”? ¿Qué cartografías o topologías se trazan así?

La poesía expone el “tejido poético” del lenguaje, aquello que el orden administrativo del territorio no puede capturar del todo. Al mismo tiempo, habría que preguntarse autocríticamente si la institución literaria no ha vedado en exceso el acceso a esa experiencia: hay restricciones de clase, de género, de tiempo, de recursos materiales que determinan quién puede llegar a publicar un libro y a leerlo. Tal vez haya mucha experiencia poética que nunca llega a escribirse o a circular como poema precisamente por esas barreras. La antología digital y de libre acceso es una forma —modesta, pero concreta— de abrir otra vía de circulación: hay un espacio poético que no coincide con el espacio estatal, pero tampoco con el literario.

Ficción de la razón: El contexto mundial del que hablábamos nos muestra persecución a los inmigrantes y, al mismo tiempo, el despliegue de un genocidio en Palestina. Pareciera que hay una relación entre ambas, al menos una lógica de dominio sobre los cuerpos y aparatos estatales que consideran cada vez más a los humanos como dispensables. ¿Qué experiencias abre la poesía para pensar otra realidad cuando la catástrofe se vuelve planetaria?

Paula Cucurella: A dos años del comienzo del genocidio en Gaza, para mí la poesía se vincula directamente con una ética de la atención. Cuando leo a Batoo Abu Akleen —una poeta de veinte años escribiendo desde Gaza— entiendo que, mientras la catástrofe todavía no “llega a casa”, atender a este tipo de testimonios ya es una forma de responsabilidad. No se trata de un humanismo abstracto, sino de un deber concreto de atención frente a quienes están siendo masacrades en tiempo real. En el caso de Gaza, la pregunta que se me impone a mi es brutal: cuando esto se acabe ¿qué humanidad habrá sobrevivido?, ¿la humanidad que asistió, como espectadora televisiva, a la carnicería? ¡No! En lo personal me rehuso a identificarme con esa humanidad.

Para mí, las experiencias que abre la poesía cuando la catástrofe se vuelve planetaria tienen que ver con eso: con la posibilidad de sostener una atención que no se rinda por completo al espectáculo. Los poemas que surgen en medio del genocidio —como los que hemos leído de poetas palestinas— no son sólo documentos futuros para la historia: son llamados presentes a sostener la mirada, a no naturalizar la dispensabilidad de ciertas vidas.

Cucurella, Paula (Edit.) Rabia / Pena. Poesía migrante, DobleAEditores, Santiago, 2025. ISBN: 978-956-6149-09-5

Con poemas de: Gemma García, Rosalilia Mendoza, Elena Cardona, Michaela Django Domiano, Rafael Ortiz-Calderón, Alina Herrera Fuentes, Pedro Mieles, Lolita Copacabana, A.L. Tagore, Alberto Quero, Pablo Torres, Kristel Farías Neira, Carmen Concha-Nolte, Marta Ametller, Muriel Armijo Cabrera, Iliana Pichardo Urrutia y Mauricio Moreno

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