“Quien lee un poema, más que entenderlo, realiza una experiencia”. Rodrigo Karmy Bolton
1. Resulta irrelevante entender la poesía. El entendimiento, desde Kant en adelante, guarda relación con una actividad sintética (síntesis categorial) que brinda coherencia a los fenómenos en tanto objetos dados a la experiencia sensible. La poesía, no se trata de un objeto más que se presenta dentro del plano (o planisferio representacional) de la experiencia. Al contrario, es ella misma capaz de instaurar una experiencia: nos brinda el don de hacer experiencia. Lo que revela dicho don, la donación envuelta tras ese regalo, es irreductible a cualquier objeto dado “dentro” de la experiencia. Por eso la poesía no resiste equivalencia con otro objeto. Por eso, las ideas tampoco pueden expresarse genuinamente con independencia del medio en el cual se materializan. En suma, tratándose del arte, la materia nunca es un simple medio de sensibilización de una idea, como señalaba Hegel. La poesía es, ella misma, experiencia: la de hacer experiencia. Esa justamente es la forma más general y común de abordar el término griego poiesis: producir un mundo, tan sensible como excesivo, capaz de hospedarnos, un mundo común hacia el cual las cosas tienden, en un movimiento común. Y para ello resulta irrelevante entender la poesía, así como también resulta irrelevante figurar en cualquiera de los dos lugares (nunca del todo precisos, por lo demás) de autor o de lector.