Lo impensable no remite a una cosa. No se trata de algo impensado, es decir, tampoco es algún tipo de singularidad. No es el trasfondo de lo pensado o el sustrato en el que lo pensado es posible. Lo impensado es lo que está en lo pensado como habitante fundamental, pero lo habita como no-pensamiento, es decir, como una negatividad que hace del pensamiento lo que es. No es una causa ni una potencia. No se comporta de determinada manera más que como modo del pensamiento. Y aún así, en tanto modo, desborda cualquier pensamiento. En lo no pensado confluyen inframundos en los que dejamos espectros acechantes. Se reúnen recuerdos de algún momento ya inaccesible para la memoria. Pensamientos vagos, sin asidero, como la mayoría de ellos.