Unos van por un sendero recto,
Otros caminan en círculo,
Añoran el regreso a la casa paterna
Y esperan a la amiga de otros tiempos.
Mi camino, en cambio, no es ni recto, ni curvo,
Llevo conmigo el infortunio,
Voy hacia nunca, hacia ninguna parte,
Como un tren sobre el abismo.
Anna Ajmátova
La arremetida del universo post-concertacionista comenzó el 06 de septiembre de 2022 cuando Carolina Tohá asumió como Ministra del Interior y Seguridad Publica. En sus primeros días desplegó una serie de mensajes (de reposada raigambre PPD) que indicaban cómo el romanticismo termina estallado -trastornado- en los muros de la economía política. Más tarde, ya en modo electoral -su apellido e historial en los sucesos del país- ha puesto en circulación marcas, imágenes y trazas dúctiles del mundo concertacionista en una versión remasterizada. Desde un árbol semántico -en absoluto desarrollo- se aparta de una burocracia estatal, y no se agota en estigmas contra la revuelta y su clímax de calle (2019). Tampoco niega las modernizaciones pendientes, admite los déficits de gestión y territorio, suscribiendo un proyecto país. Lejos de la facticidad, la exministra estuvo a la diestra de Ricardo Lagos en un mítico momento político-medial, donde el futuro presidente apuntaba con el dedo a Pinochet en un canal afiliado a la dictadura (Tráiler del plebiscito como máquina publicitaria). A la luz de tal poética -la menos esperada- conviene suspender temporariamente el recurso neurótico “de los 30 años y la inflación de los torniquetes” -leyenda negra- y el pregón de sus épicas. Huelgan algunas preguntas sobre la complejidad del orden, sin soltar las diferencias parciales o insalvables.
