Javier Agüero Águila / Violeta Parra y el tiempo de la flor maldita

Estética, Filosofía

Falta solo detenerse en un verso, uno solo, para que se nos revele la desproporción del mundo de Violeta Parra.

En el poema “Con mi litigio de amor”, aparecido en el libroDécimas, autobiografía en verso, (1957 y 1958), Violeta describe siempre la tesitura existencial como un invariable reflejo del mal:

Mis venas son un infierno que arden con fuego mortal

El verso es de una ira poética que quiebra; una gleba maldita en toda su magnitud y sin referente. Como lo decía su hermano Nicanor en una entrevista: “[…] ella no fue una estudiosa de la literatura […] No sé si conoció la palabra Rimbaud, la palabra Baudelaire […]”1. Sin embargo, si le hacemos frente al vibrato liminal que destilan estas palabras y que deambulan en la desesperación quemante del infierno, sabremos que Violeta nunca necesitó de fuegos ajenos, de clamores excéntricos o querellas prestadas.