En medio de una América Latina convulsionada, pero con el nuevo aire que respiramos en Argentina desde el mes de agosto, cuando se preanunció la derrota electoral del macrismo –finalmente ocurrida el 27 de octubre–, podemos mirar hacia atrás y ejercitar una retrospección sin melancolía, para recalibrar la mirada, redefinir la perspectiva, reorganizar los datos con los que contamos, volver a considerar las secuencias que valen. Porque la coyuntura actual es crítica, en el sentido de que hay algo relativo al porvenir que se decide en este presente; y en el sentido de que este presente pide la reescritura de los más cercanos y más lejanos pasados que lo precedieron. Entonces, al repasar ese pasado mediato ubicado justo antes de los cuatro años de gobierno macrista que acaban de terminar, preguntándonos por la posibilidad de retomar algunas cosas donde las habíamos dejado, recordamos aquel diagnóstico que se esgrimía como si aportara la razón histórica de la victoria electoral de Macri en 2015. “Fin de ciclo”. Eso fue lo que se dijo.