John Barclay, en su profética obra Argenis (1621), definió en estos términos el paradigma de la seguridad que más tarde adoptarían progresivamente los gobiernos europeos: “O se da a los hombres su libertad o se les da seguridad, por la que abandonarán la libertad”. La libertad y la seguridad son, pues, dos paradigmas antitéticos de gobierno, entre los que el Estado debe elegir cada vez. Si quiere prometer seguridad a sus súbditos, el soberano tendrá que sacrificar su libertad y, a la inversa, si quiere libertad tendrá que sacrificar su seguridad. Michel Foucault ha mostrado, sin embargo, cómo debía entenderse la seguridad (la sureté publique), que los gobiernos fisiocráticos, a partir de Quesnay, fueron los primeros en asumir explícitamente entre sus tareas en la Francia del siglo XVIII. No se trataba entonces -como ahora- de prevenir las catástrofes, que en la Europa de aquellos años eran esencialmente hambrunas, sino de dejar que se produjeran para intervenir inmediatamente después para gobernarlas en la dirección más útil. Gobernar recobra aquí su sentido etimológico, es decir, “cibernético”: un buen piloto (kibernes) no puede evitar las tormentas, pero cuando se producen debe ser capaz de gobernar su barco según sus intereses. Lo esencial en esta perspectiva era difundir un sentimiento de seguridad entre los ciudadanos, mediante la creencia de que el gobierno velaba por su tranquilidad y su futuro.
Libertad
Rodrigo Karmy Bolton / Libertad
Filosofía, PolíticaEl 30 de septiembre de 1975 tres fascistas del barrio de Parioli matan a una chica, María del Rosario López y hieren a otra, Donatella Colasanti. En este momento Pier Paolo Pasolini interviene en una entrevista crucial: “En realidad –dice- la criminalidad de los neofascistas del Parioli y de los hampones subproletarios tiene el mismo origen: la destrucción de los valores tradicionales debida no a un revolución intelectual y obrera sino a la revolución derechista del consumismo.” En esta misma órbita el propio Pasolini había subrayado la existencia de una mutación antropológica de los italianos que condicionaba un período de homogeneización y docilización brutal de las poblaciones y que, siendo diferente a las formas de ejercicio tradicional del poder, Pasolini denomina el “Poder” –con mayúscula para situar la dimensión nueva e impersonal de la nueva realidad. Pero sin vacilar, esa mutación antropológica devenida por la “revolución derechista del consumismo”, Pasolini calificó de “fascismo”. No porque dicha realidad sea igual a los años 20 o 30, sino porque, a pesar de su diferencia, se resuelve bajo un poderoso aparato de homogeneización capaz de reducir la existencia humana al consumo. Pasolini escribe durante la primera mitad de los años 70.
Mariana Gainza / Las libertades que nos faltan, los mitos que nos quedan
Filosofía, PolíticaEn medio de una América Latina convulsionada, pero con el nuevo aire que respiramos en Argentina desde el mes de agosto, cuando se preanunció la derrota electoral del macrismo –finalmente ocurrida el 27 de octubre–, podemos mirar hacia atrás y ejercitar una retrospección sin melancolía, para recalibrar la mirada, redefinir la perspectiva, reorganizar los datos con los que contamos, volver a considerar las secuencias que valen. Porque la coyuntura actual es crítica, en el sentido de que hay algo relativo al porvenir que se decide en este presente; y en el sentido de que este presente pide la reescritura de los más cercanos y más lejanos pasados que lo precedieron. Entonces, al repasar ese pasado mediato ubicado justo antes de los cuatro años de gobierno macrista que acaban de terminar, preguntándonos por la posibilidad de retomar algunas cosas donde las habíamos dejado, recordamos aquel diagnóstico que se esgrimía como si aportara la razón histórica de la victoria electoral de Macri en 2015. “Fin de ciclo”. Eso fue lo que se dijo.
Jehan Bseiso / Tahrir
Literatura, PolíticaLos que hablan en la televisión comentan y narran.
Usan palabras como:
Análisis del discurso, y
Urgimos,
Exigimos,
Todas las partes.
Superlativos, litotes y metáforas vacías
El lenguaje enciende el lenguaje hasta que las palabras saben a ceniza
y escombros en Douma, y Gaza.