Rodrigo Karmy Bolton / Forma y vida. Breve comentario sobre la forma en Carl Schmitt y Pier Paolo Pasolini

Estética, Filosofía, Política

1.- Persona.

Me remito a dos textos clave de la producción schmittiana: Teología política. Cuatro ensayos sobre soberanía y Catolicismo y forma política de los años 1922 y 1923 respectivamente. En el conjunto de los 4 ensayos que conforman Teología Política la discusión de fondo en torno a la cuestión de la “soberanía” remite, en último término, a la obsesión que, a mi modo de ver tendrá el pensamiento de Schmitt a lo largo de su trabajo: el problema de la forma política: “soberano es quien decide sobre el estado de excepción” no es una fórmula que designe la simple arbitrariedad de un poder, sino la puesta en forma asociada a dicho poder que, como tal, es capaz de “dar forma a la vida de un pueblo” dice Schmitt. Es clave este problema: Schmitt está disputando la noción de forma política, tanto a la escuela neokantiana de Hans Kelsen como a la del romanticismo político. Para el caso de Kelsen su apuesta normativa se identifica, según Schmitt, a una “norma transcendental apriorísticamente vacía”, a diferencia de la verdadera “norma transcendental” que se jugaría en lo “jurídicamente concreto”. Incluso en su discusión epistemológica con Kelsen acerca de si el decisionismo sería o no una “ciencia”, el problema schmittiano tiene exactamente que ver con esto: frente a la “teoría pura del derecho” incapaz de ofrecer una “forma política” y, por tanto, de incorporar la noción, tan compleja como eficaz de que la “soberanía” en virtud de su apuesta despolitizadora, sería necesario asumir lo “concreto” de una forma política que la distinga de la simple arbitrariedad de un poder. A esta luz, Schmitt insiste en que lo que está de fondo en este debate es la capacidad que porta la soberanía –y no cualquier poder- de dar forma a la “vida de un pueblo” y, por tanto, de atender la topología soberana que asume el carácter normativo y fáctico a la vez. El problema de la “representación auténtica” será profundizado en Catolicismo cuando Schmitt remita la cuestión de la forma al modelo de la Iglesia Católica: modelo que no intenta reconducir la política moderna al catolicismo en un sentido “confesional”, sino modelo propiamente político en el que se juega la vitalidad impregnada por la forma política. Como ha sido visto, Schmitt utiliza el término latino y no alemán para designar “representación” (“repräesentation”) que enfatiza la cuestión de la distinción o prestigio social y en la que la “persona” resultará fundamental: la repräesentation de la persona de Cristo –dirá Schmitt- no será sólo jurídica o simplemente estética sino que tendrá un sentido “histórico-universal”. Su apuesta hace constelación con la posición de Romano Guardini (Magri, 2013) para quien Cristo estaría lejos de ser una persona biográficamente considerada como una persona en el sentido de una decisión fundamental. En Schmitt, resulta clave la distinción entre lo jurídico y lo estético: porque si la primera está asociada al positivismo jurídico, la segunda forma lo hace al romanticismo. Para el jurista, constituyen dos modos nihilistas de comprensión de lo político, dos maneras de “mala infinitud” –si se quiere, que pierden de vista la decisión soberana y la capacidad de ofrecer la vitalidad de una Forma política capaz de ir más allá del pensamiento económico (liberalismo y marxismo) y de resolver la profundidad de la crisis de Weimar (Ellen Kennedy). En este sentido, el término “catolicismo”, quizás, deba entenderse en Schmitt no en un sentido “confesional” sino en cuanto dispositivo político capaz de ofrecer un katechón necesario a toda fuerza capaz de destruir la verdadera y auténtica “Forma política”: “Esa es la palabra clave de mi completa existencia intelectual y publicística –dice Schmitt remitiéndose al término “católico” usado por Konrad Weiss- la lucha por esa profundización verdaderamente católica (contra los neutralizadores, la jauja estética, contra los vende-abortos, incineradores de cadáveres y pacificistas).” La “profundización verdaderamente católica” significa la reivindicación de la forma política personalista capaz de dar “forma a la vida de un pueblo”. Como tal, “católico” no significa para Schmitt un simple credo como una posición respecto de la “forma” capaz de contrarrestar al nihilismo en curso. Lo “verdaderamente católico” es justamente su pensamiento cuya “forma política” remite a la decisión soberana de un Cristo personal.

Rodrigo Karmy Bolton / Libertad

Filosofía, Política

El 30 de septiembre de 1975 tres fascistas del barrio de Parioli matan a una chica, María del Rosario López y hieren a otra, Donatella Colasanti. En este momento Pier Paolo Pasolini interviene en una entrevista crucial: “En realidad –dice- la criminalidad de los neofascistas del Parioli y de los hampones subproletarios tiene el mismo origen: la destrucción de los valores tradicionales debida no a un revolución intelectual y obrera sino a la revolución derechista del consumismo.” En esta misma órbita el propio Pasolini había subrayado la existencia de una mutación antropológica de los italianos que condicionaba un período de homogeneización y docilización brutal de las poblaciones y que, siendo diferente a las formas de ejercicio tradicional del poder, Pasolini denomina el “Poder” –con mayúscula para situar la dimensión nueva e impersonal de la nueva realidad. Pero sin vacilar, esa mutación antropológica devenida por la “revolución derechista del consumismo”, Pasolini calificó de “fascismo”. No porque dicha realidad sea igual a los años 20 o 30, sino porque, a pesar de su diferencia, se resuelve bajo un poderoso aparato de homogeneización capaz de reducir la existencia humana al consumo. Pasolini escribe durante la primera mitad de los años 70.

Jaime Vindel Gamonal / Imaginar el pueblo / (des)montar la Guerra fría. Apuntes en torno a La rabbia (1963), de Pier Paolo Pasolini

Cine, Estética, Filosofía

Este artículo rastrea el significado de esta película en el contexto de la cultura italiana de principios de los años sesenta. Para ello, se remonta a la génesis del movimiento antifascista y, más particularmente, del pensamiento de Antonio Gramsci en el período de entreguerras. A continuación, se analiza el modo en que tanto la obra del antropólogo Ernesto de Martino como la trayectoria de Pasolini aparecen tensionadas por su relación con la herencia gramsciana. Más adelante, se desmenuza la comprensión histórica de La rabbia en diálogo con los conceptos de “imagen dialéctica” (Walter Benjamin) y “gesto” (Giorgio Agamben), subrayando el modo en que ambos encarnan en la película de Pasolini una fractura con la idea gramsciana del marxismo como reforma moral moderna. Finalmente, esos argumentos son relacionados con la aproximación a las culturas campesinas desde una política del pianto rebelde, en el cruce entre los estudios antropológicos de De Martino, la poética de Pasolini y la construcción de una semiótica cinematográfica de la subalternidad.

Edith Beatriz Pérez / Mutación antropológica: la herencia de Pier Paolo Pasolini en la concepción de Alessandro Baricco

Filosofía, Literatura

Esta nota analiza los presupuestos sobre los que el escritor italiano Alessandro Baricco desarrolla su interpretación del fenómeno denominado mutación antropológica. La perspectiva elegida consiste en proponer un diálogo crítico entre la concepción posmoderna que el escritor expone en su obra I barbari. Saggio sulla mutazione y la postura que adoptó su colega Pier Paolo Pasolini en la Italia de los años sesenta y setenta. En primer lugar, se investiga cuál fue la interpretación pasoliniana de esa realidad que lo llevará a aplicar por primera vez la denominación de mutación antropológica, sus orígenes, consecuencias y futuras proyecciones. Luego, el estudio se centra en las relaciones entre la definición de “barbarie” en Pasolini y la de “bárbaros” en Baricco. Finalmente, la nota justifica las afinidades (y diferencias) entre ambos autores a raíz de la importancia que cobra la mutación antropológica en la evolución de la humanidad.

Rodrigo Karmy Bolton / Siria trumpista: Donald Trump como “verdadero anarquista”

Filosofía, Política
Fuente: El Desconcierto

1.- No sólo de misiles viven los bombardeos. También del capital mediático que lleva consigo. En la sociedad del espectáculo, no hay más arma que la imagen. Trump tuvo su escena hollywoodense y, peor aún, al igual que ISIS, no subrogó los dispositivos espectaculares al conflicto, sino que hizo del conflicto un dispositivo espectacular como tal. Como ISIS cuando elaboraba sus trailers en los que estetizaba la guerra, el lanzamiento de misiles en la base aérea de Shayarat en Siria, fue el trailer trumpista por excelencia. Las formas importan. Por eso no hubo drones como ha sido la constante en la “humanitaria” época de la administración Obama, sino misiles.

Rodrigo Karmy Bolton / El cuesco de Suleiman. Tres escenas para una política post-Sykes-Picot

Filosofía

1.- “Nosotros los fascistas somos los verdaderos anarquistas” decía uno de los cuatro ministros reunidos en un lejano castillo de Saló, los 120 días de Sodoma, célebre film del director Pier Paolo Pasolini realizado en 1975. Inspirado en los hechos de la República socialista de Saló, reducto de la italia fascista durante el régimen de Musollini en la Segunda Guerra Mundial, Saló no problematiza tan sólo al régimen fascista italiano sino, ante todo, a su presente: el escenario de post-guerra será, para Pasolini, no aquél que ha vencido al fascismo, sino aquél que lo ha consumado en la forma del capitalismo mundializado. Este último será la formulación de la verdadera anarquía, aquella que, en su libertad, decide cada vez sobre la excepción, realizando así, la performance de la soberanía y la expansión imperialista de su derecho sistemático de muerte.