Con motivo de la quinta exposición de Arquitectura Forense, celebrada en el Museo de Luisiana de Copenhague del 20 de mayo al 23 de octubre, me reuní con el fundador de Arquitectura Forense, Eyal Weizman, y le hice algunas preguntas.
MONICA BIANCARDI: Cuando nos reunimos de nuevo en abril en Ramala, también con Yazid Anani, director artístico de la Fundación Qattan, nos confirmó que había aceptado exponer en el Museo de Luisiana. Es uno de los más bellos museos de arte contemporáneo del mundo, que ocupa una lujosa y luminosa casa de campo con grandes ventanales y un hermoso jardín, fácilmente accesible desde Copenhague. El jardín, repleto de arte, tiene vistas al mar Báltico y, mientras consumes allí tu bocadillo estrictamente con chaqueta, observas a los niños nórdicos bañándose en el mar rizado por el viento. Todo esto es un poco vertiginoso y me gustaría saber cómo la Arquitectura Forense, que cruza la arquitectura, el derecho, el periodismo y los derechos humanos, ha dialogado con espacios similares…
EYAL WEIZMAN: El museo es único por la forma en que interactúa con el paisaje, y lo hace de forma suave. Por lo general, durante las exposiciones creamos un foro para permitir un debate con los presentes y con los supervivientes de los acontecimientos que examinamos, ofreciendo así varios puntos de vista. A partir de los datos recogidos en las entrevistas, abordamos los aspectos culturales, políticos y estéticos, situándolos en un contexto histórico más amplio. Ejemplo: cuando hicimos la exposición en la Ciudad de México sobre los 43 estudiantes desaparecidos tras participar en una manifestación en septiembre de 2014, a través de los testimonios de los sobrevivientes construimos una plataforma interactiva sobre los acontecimientos invitando a los padres a intervenir, para poder reclamar al Estado las respuestas que nunca obtuvieron, y denunciar la corrupción y la prevaricación. O en Londres invitamos a personas, que generalmente no asisten a las exposiciones, para reconstruir la investigación del brutal asesinato del joven Mark Duggan por las fuerzas del orden. En Fráncfort nos centramos, en cambio, en el asesinato por parte de un nazi de unos inmigrantes en el barrio de Hanau, y en la implicación de la policía que sembró el terror. También en este caso, la denuncia provino de la población afectada.