Gerardo Muñoz / San Casiano y los estudiantes

Arte, Estética, Filosofía

Hay una pintura de principios del siglo XVI en las galerías de la Universidad de Bolonia que muestra la espantosa muerte de San Casiano de Imola a manos de sus propios alumnos. La leyenda es conocida aunque vale la pena repasarla: se cuenta que Casiano era un cristiano que huía del Imperio Romano, y encontró un puesto de maestro en la ciudad de Imola hasta que fue descubierto y expuesto. En las hagiografías de los santos se destaca su pasión por la lectura y escritura que inculcó a sus alumnos. Esto confirmaría el alto precio del castigo aplicado a Casiano: tortura y muerte a manos de una turba de jóvenes estudiantes (algunos supuestamente incluso trajeron sus punzones afilados). La pintura de Bolonia es, de hecho, una miniatura de aproximadamente cinco por siete pulgadas, en la que podemos ver a ocho jóvenes estudiantes golpeando a Casiano desnudo y atado a un tronco. El pintor anónimo ha elegido cuidadosamente que todas las figuras den la espalda al espectador, a excepción de un estudiante en el extremo derecho de la pintura que parece sostener una especie de cuenco en el aire. Éste parece estar desconectado de la multitud frenética. Y, sin embargo, no hay heridas ni contusiones en el cuerpo de Casiano, lo que podría ser una declaración alegórica del pintor sobre la condición del mártir, o, más literalmente, denotar el simple hecho de que el cruel festín acaba de comenzar. El rostro parece poseído por una monótona incredulidad que aún no llega a expresar el éxtasis del sufrimiento corpóreo. Definitivamente su postura es la de un humillado en medio de un acto tan violento y atroz. Esto se destaca por la escenografía del asalto, que no parece tener lugar al aire libre, sino en una habitación extraña cuya única salida se devela desde una oscura y siniestra franja negra al lado izquierdo de la pintura.

Derek Hampson / Gilles Deleuze: Rastreando la génesis en la Crítica del Juicio de Kant

Estética, Filosofía

Gilles Deleuze introduce su ensayo sobre la primera parte de la Crítica del juicio de Kant: “La idea de génesis en la estética de Kant”, esbozando los diversos puntos de vista que informan los escritos de Kant sobre la experiencia estética. Por ejemplo, el juicio del gusto propone una estética del espectador, mientras que la teoría del genio da cuenta de la estética desde el punto de vista del creador. Kant también propone una estética de lo bello en la naturaleza y una estética de lo bello en las obras de arte. Además, la experiencia estética se percibe unas veces a través de la forma de un objeto y otras a través de la relación entre la materia sensible y la Idea. Deleuze continúa diciendo que hay que dar cuenta de estos puntos de vista, junto con las “transiciones necesarias” entre cada uno de ellos, para establecer la unidad sistemática de la Crítica del Juicio. Además, subraya la importancia de explicar la estructura organizativa de la obra: la Analítica de lo bello dividida por la Analítica de lo sublime, con la teoría del arte y del genio al final.

Tariq Anwar / De pronto, una imagen

Estética, Filosofía

Imagina que existiera una imagen digital que te hiciera detener la mirada, quiero decir, que verla implicara mirarla, que tus dedos se vieran imposibilitados por el deseo de pasar sobre ella para ir a la siguiente imagen. Una imagen que está disponible a ser ya pronto cambiada por otra y que sin embargo se resiste. La miras con detención y sientes que esa imagen está, de alguna manera y por extraño que parezca, ligada al amor. O sea, que esa imagen no es sólo ella, sino que se vincula con una cosa exterior a ella, en este caso, el amor. Como ocurre con cualquier relación, en ella habita no más una exterioridad que una exteriorización. El amor también bebe de esta imagen. Tu percepción del amor y de la imagen se confunden, pues cada uno, siendo cosas diferentes, permanecerán habitándose y, por supuesto, habitándote.

Mauro Salazar J. y Carlos del Valle R. / Materialidades mediáticas. De la arqueología del saber a la arqueología mediática en la obra de Friedrich Kittler

Estética, Filosofía, Política

Cuando hablo de arte, me refiero a una teoría y a una práctica específicas para las que existe una cuestión de principio: están influidas por la ciencia y la tecnología. Y cuando hablo de ciencia y su especial tendencia a la experimentación, aludo a un concepto que es poroso y presenta una fuerte curiosidad por el arte. Siegfried Zielinski

En virtud de las restricciones de traducción, la obra de Friedrich Adolf Kittler (1943-2011), no ha sido relevada a la fecha como un “pensamiento de fronteras”. Su proyecto puede ser descrito como la trayectoria de un programa girando hacia una revuelta anti-hermenéutica que trasunta la cuestión de la antropología en una clave teológica desde su temprana obra. Sus huellas marcan un colosal silencio -un vacío- para las “humanidades mediales” (2017) de habla hispana (Crítica Cultural y Estudios Literarios). Kittler, teórico de los medios, filósofo de la tecnología y el arte, trasciende los enfoques fenoménicos y sus “atajos cognitivos” para comprender la tecnología desplazando la distinción entre prácticas discursivas y extra-discursivas, mediante una “ontología de los objetos”, ampliando las posibilidades de la técnica y la infraestructura de medios. Fundó la “Escuela de Berlín” en las ciencias de la información bajo el “giro medial”. Su intervención se relaciona con las “materialidades mediáticas” (medios, tecnología, códigos y la milicia) bajo el posthumanismo y su empresa posee cierto “parecido de familia” con autores de la talla de Bruno Latour y Dona Haraway.

Riccardo Venturi / Alimentarse de las nubes. Walter Benjamin

Estética, Filosofía

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En octubre de 1937, Walter Benjamin, que entonces tenía 45 años, salió de su casa descentralizada y provisional de Boulogne, de cuyo ruido constante se quejaba, y caminó hacia la Biblioteca Nacional. En pleno exilio parisino, se encuentra en una ciudad en la que “uno se siente completamente rodeado de fascismo”.[1]. Aquí vive a duras penas y su único ingreso seguro es el cheque del Instituto de Investigación Social, por tres años en Nueva York.

Aldo Bombardiere Castro / Palabras e imágenes. Tres divagaciones imaginativas

Estética, Filosofía, Literatura

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Rebotan y circulan. Tras algunos días, las palabras se van haciendo carne, pero también excarnándose, remitiéndonos a otros lares que exceden su propia referencia. Las escuchamos o vemos en una pantalla antes de dormir y, como si se tratase de un hechizo, vuelven al día siguiente, a las semanas, en cualquier lugar, adheridas al filo de un vidrio, contaminando el el vapor aséptico de una ducha desterrada o en el furtivo silencio que se posa sobre el almuerzo familiar. La psiquis no conoce de interiores y exteriores, de compartimentos y correspondencias. Pareciera que la intensidad y pluralidad insinuada en los bordes de una imagen o las constelaciones trazadas por un cúmulo de palabras, siempre fuesen más que una asociación azarosa o arbitraria, dependiente de la casualidad o de la mera voluntad, pero -y he ahí su vértigo y fascinación- sólo nos parece eso: nunca lo podremos comprobar. Como si el “como si” fuese la aparición de nuestra propia imagen. He ahí, tal vez, el sentir el sentido.