John Barclay, en su profética obra Argenis (1621), definió en estos términos el paradigma de la seguridad que más tarde adoptarían progresivamente los gobiernos europeos: “O se da a los hombres su libertad o se les da seguridad, por la que abandonarán la libertad”. La libertad y la seguridad son, pues, dos paradigmas antitéticos de gobierno, entre los que el Estado debe elegir cada vez. Si quiere prometer seguridad a sus súbditos, el soberano tendrá que sacrificar su libertad y, a la inversa, si quiere libertad tendrá que sacrificar su seguridad. Michel Foucault ha mostrado, sin embargo, cómo debía entenderse la seguridad (la sureté publique), que los gobiernos fisiocráticos, a partir de Quesnay, fueron los primeros en asumir explícitamente entre sus tareas en la Francia del siglo XVIII. No se trataba entonces -como ahora- de prevenir las catástrofes, que en la Europa de aquellos años eran esencialmente hambrunas, sino de dejar que se produjeran para intervenir inmediatamente después para gobernarlas en la dirección más útil. Gobernar recobra aquí su sentido etimológico, es decir, “cibernético”: un buen piloto (kibernes) no puede evitar las tormentas, pero cuando se producen debe ser capaz de gobernar su barco según sus intereses. Lo esencial en esta perspectiva era difundir un sentimiento de seguridad entre los ciudadanos, mediante la creencia de que el gobierno velaba por su tranquilidad y su futuro.
hipótesis cibernética
Rodrigo Karmy Bolton / velocidades mutantes 3. Aceleración
Filosofía, PolíticaPedazos de palabras, ritmos ensordecidos, cuerpos encerrados; el presente ha llegado a la boca del lobo. Los pasajes que presentamos a continuación son derivas de un “gran encierro” que contempla a través de la ventana la mutación radical y veloz del mundo en el que vivimos.
Presentamos la tercera entrega de VELOCIDADES MUTANTES: Aceleración.
3.- Aceleración
I.- Los tiempos giran aceleradamente. Después de la caída del muro de Berlín la aceleración de las transformaciones de la incipiente sociedad de control toma un curso desenfrenado. Pero existen dos momentos que marcan decisivamente la mutación interna de las sociedades de control en que la figura de la casa termina identificada plenamente a la del globo: el atentado a las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 y la declaración del coronavirus como pandemia por parte de la OMS el 11 de marzo de 2020. Casi veinte años de mutación, veinte años de profundización de “capitalismo intensivo” cuya versión neoliberal constituye la última forma del despliegue cibernético.
Gerardo Muñoz / Existencia contra cibernética. La hipótesis cibernética veinte años después
FilosofíaEn estos días he recibido la edición norteamericana de The Cybernetic Hypothesis (Semiotexte, 2020), publicada justo veinte años después de su aparición en la mítica Tiqqun 2 (2001). Es curioso el destino que a veces suelen tener algunos libros. Y no lo digo por aquello de que algunos libros se escriben para lectores póstumos. Hay textos que atraviesan la oscuridad del presente para salvarse de un naufragio. Una empresa difícil en una época como la nuestra, carente de orientación y formas generales. Los autores de La hipótesis cibernética – si es que, en efecto, podemos hablar de ellos como “autores” – pudieron abrir los “miles de ojos” de los que hablaba un poeta norteamericano para adentrarse al despliegue del poder en el momento en que este auto-abdicaba hacia una indiferenciación entre sociedad y estado. El paso quedaba muy claro: la exigencia era entender la nueva física del poder. La pregunta ya no era ¿qué hacer?, sino ¿cómo despejar otras zonas de opacidad? Evitando las salidas falsas y claramente arcaicas (“restituir” al hegelo-marxismo universalista, el Partido, la política de los fines, la “Revolución”, etc.), la hipótesis cibernética venía a mostrar cómo la nueva eficacia del poder transitaba por los entramados de la informática, sus nodos semióticos, y la producción habitual en una gigantomaquia de administración sobre los estímulos poblacionales.