Desde sus inicios, una especie de futurismo ha sido inherente a la Música Electrónica a través de su vínculo con el progreso tecnológico, con la noción de que todo progreso siempre llegará a buen puerto… Por lo tanto, mirar el género con una postura histórica, como hace este álbum, es una posición fresca, contradictoria y crítica que se sitúa en contra de la cultura de masas y la conformidad global. “The Aporias of Futurism” intenta definir un lugar trascendental, con coordenadas y puntos de referencia, dentro de la música electrónica experimental.
El método de trabajo de Andreas y Carl para el álbum fue la técnica habitual de la musique concrète: cortar/ensamblar/editar/procesar sonidos pregrabados -pero en lugar de deconstruir los ruidos concretos en una entidad sonora abstracta, adoptaron un enfoque diferente: entrelazar orgánicamente estructuras orquestales con las capas de ruido procesadas electrónicamente para crear una composición en el espíritu del Modernismo clásico de principios del siglo XX.
Carl empezó con esbozos grabados con un reproductor de CD estropeado y procesados a través de un modulador en anillo, que recordaban el timbre de la vieja música electrónica de los años cincuenta. Para interactuar con estos fragmentos, Andreas grabó y procesó una plétora de ruidos cotidianos, atmósferas, fragmentos sonoros del sistema modular, ruidos industriales y de radio de onda corta, percusión en forma de portazos, láminas de metal que caen, pistas de bolas, etcétera. Así, aunque jugaban en la disciplina futurista, la referencia al pasado se enfrenta a la noción, de forma inequívoca. Se puede oír en la tonalidad de los pasajes orquestales contrastados, en el carácter sonoro de las muestras procesadas y las capas de sonido electrónico. Y es precisamente aquí donde se desarrolla una tensión narrativa.
Tesis y antítesis, opuestos extremos (no resueltos), contrastes… Básicamente, la música está cargada de contradicciones internas y aporías. Pero también tiene lugar otra categoría, que desempeña un papel subordinado, casi proscrito, en el contexto posmoderno: La belleza (y que sea la belleza de las ruinas que se ve en la portada del álbum) -la belleza, un refugio para el pesimista.
En el transcurso del proceso, una multitud de motivos e ideas emergieron de la niebla de su memoria. Asociaciones libres de conceptos, libros y autores de un amplio periodo de tiempo, como El paraíso perdido de Milton, William Blake, Robert Graves, la antigua Roma, pero también Borges y Juan Rulfo. Esta avalancha de imágenes se refleja también en la portada del álbum, como una “interpretación libre” de objetos culturales y sus relaciones en el tiempo.
El motivo general del rechazo escéptico al futurismo se ilustra con una cita de Emile M. Cioran, el escritor que mejor encarna el espíritu común de las obras aquí presentadas:
“Pero ahora viene lo más extraño: el futurista idolatra el devenir sólo hasta que ha impuesto ese orden por el que luchó; entonces se le hace evidente la conclusión ideal del tiempo, el ‘siempre’ de la utopía, que concluye y corona el proceso histórico. La idea de la Edad de Oro, el paraíso por excelencia, se apodera así por igual de creyentes e incrédulos. Pero entre el paraíso original de las religiones y el escatológico de la utopía media toda la distancia que separa una nostalgia de una esperanza, un arrepentimiento de un engaño, una perfección lograda de una perfección no realizada.”
Toda la música compuesta por Andreas Gerth y Carl Oesterhelt entre Berlín y Múnich, Alemania, en 2021. Producido y mezclado por Andreas Gerth. Masterizado por John Tejada en Sherman Oaks, Estados Unidos. Material gráfico de Daniel Castrejón en Ciudad de México.
Andreas Gerth: grabadoras electrónicas, instrumentos y efectos.
Carl Oesterhelt: grabadora, reproductor de CD defectuoso, modulador en anillo, sintetizador analógico.
Cuerdas adicionales:
Gertrud Schilde – violín
Jörg Widmoser – violín
Andreas Höricht – viola
Klaus Kämper – violonchelo
Texto: Umor Rex