Antonio Pele / Achille Mbembe: necropolítica

Filosofía, Política

La gestión económica y política de las poblaciones humanas a través de su exposición a la muerte se ha convertido en un fenómeno global. Las guerras, los genocidios, la «crisis» de los refugiados, el ecocidio y los procesos contemporáneos de pauperización y precarización revelan cómo masas cada vez mayores de individuos se gobiernan ahora a través de su exposición directa e indirecta a la muerte. Para desentrañar esos procesos, Achille Mbembe ideó la noción de necropolítica, primero en 2003 con un ensayo que llevaba el mismo nombre, y después, en 2016, con el libro Politiques de l’inimitié, traducido y publicado en inglés en 2019, como Necropolitics.1 Con esta última noción, Mbembe explora y radicaliza el concepto de biopolítica de Foucault. 

En la última conferencia de «Hay que defender la sociedad» y en el último capítulo de La historia de la sexualidad (Vol.1), Foucault advirtió cómo la biopolítica, es decir, el poder positivo sobre la vida, puede convertirse en una forma mortal de poder. No se trata sólo de una «gestión calculada de la vida», sino también de un «poder para exponer a toda una población a la muerte».2 Basándose en las dramáticas experiencias de los regímenes nazi y estalinista y en la amenaza nuclear mundial, Foucault destacó cómo se eliminan masas humanas en nombre de la protección y la supervivencia de una nación, un pueblo y/o una clase. Además, señaló cómo el racismo se ha convertido en la herramienta política que permite la división biológica de la especie humana y la justificación del exterminio de los considerados inferiores. Foucault insistió en que el racismo moderno se ha desarrollado con el «genocidio colonizador», de modo que se puede justificar el derecho a quitar la vida.3 Giorgio Agamben y Roberto Esposito han explorado estas observaciones foucaultianas con las nociones de «homo saccer» y «tanatopolítica», insistiendo respectivamente en el derecho soberano a matar impunemente y en las justificaciones biológicas/patológicas de los exterminios humanos.4 La necropolítica de Mbembe ofrece un enfoque novedoso, ya que se inspira tanto en Foucault como en un enfoque decolonial (a menudo inspirado en Frantz Fanon) y concibe la necropolítica como la construcción política de espacios y subjetividades en un punto intermedio entre la vida y la muerte. La colonia en general y la plantación esclavista en particular han dado lugar a esas prácticas necropolíticas -fomentadas por la supremacía blanca- que aún perduran en la actualidad. 

El sometimiento de la vida al poder de la muerte 

La necropolítica implica el «sometimiento de la vida al poder de la muerte». En «nuestro mundo contemporáneo» -siguiendo a Mbembe- se despliegan diversos tipos de «armas en aras de la máxima destrucción de las personas y la creación de mundos de muerte, formas nuevas y únicas de existencia social en las que vastas poblaciones son subyugadas a condiciones de vida que les confieren el estatus de vivos-muertos «5. Esta producción de «mundos de muerte» se lleva a cabo mediante tres factores principales que definiré a continuación. Por un lado, la necropolítica conlleva una necroeconomía. El capitalismo moderno produciría hoy en día un exceso de poblaciones que ya no podrían ser explotadas, sino que requieren ser gestionadas precisamente a través de su exposición a peligros y riesgos mortales. La llamada «crisis climática» es quizá el ejemplo más ilustrativo de esta necroeconomía, junto con la actual destrucción de bienes y derechos públicos/sociales. Por otro lado, la necropolítica se nutre del confinamiento de ciertas poblaciones en espacios particulares: los campamentos. Apoyándose en las reflexiones de Agamben, Mbembe sostiene que la forma-campamento (refugiados, prisiones, banlieues, suburbios, favelas) se ha convertido en una manera predominante de gobernar a las poblaciones no deseadas. Estas últimas son encerradas en espacios precarios y militarizados para que puedan ser controladas, acosadas y potencialmente asesinadas. Es «una condición permanente de ‘vivir en el dolor’ «.6 

La tercera y «característica clave» de la necropolítica es «producir la muerte a gran escala«. Este aspecto se desarrolla, en particular, en una subparte sin título «Relación sin deseo» del primer capítulo «Salida de la democracia» de Necropolítica (2019). Es posible explicar esta característica, destacando siete rasgos que, según mi entender, parecen sustentar el relato de Mbembe sobre la cuestión. 

1) Terror de Estado: El Estado persigue, encarcela y elimina a determinadas poblaciones para neutralizar las contestaciones políticas y sociales. Esas tácticas represivas son aplicadas no sólo por los regímenes totalitarios, sino también por los países liberales y antiliberales contemporáneos. 

2) El uso compartido de la violencia: En muchos casos, el Estado no tiene y comparte voluntariamente el monopolio de la violencia con otros actores privados (es decir, milicias, paramilitares), lo que aumenta la circulación y el uso de las armas en la sociedad. Por lo tanto, ésta se divide entre «los que están protegidos (porque están armados) y los que no lo están».7 

3) El «vínculo de enemistad»: Según Mbembe, en una sociedad en la que la posesión o no posesión de armas define el valor social de una persona, se destruyen todos los vínculos sociales. El vínculo de enemistad normaliza por tanto la «idea de que el poder sólo puede adquirirse y ejercerse al precio de la vida de otro».8 

4) Guerra: «La propia coacción se ha convertido en una mercancía de mercado».9 Hoy en día, la guerra y el terror se han convertido en modos de producción por sí mismos, y como tales necesitan generar nuevos mercados militares.10 

5) La depredación de los recursos naturales: Para explotar recursos naturales valiosos, se desplaza y elimina a poblaciones (por ejemplo, los indígenas de la selva amazónica) mediante la colaboración activa y oculta del Estado, las fuerzas públicas, las empresas internacionales y las organizaciones criminales. 

6) Diferentes modos de matar: La exposición a la muerte es múltiple: torturas, mutilaciones, asesinatos en masa, eliminación de alta tecnología mediante «ataques de drones» representan diversas modalidades de dispositivos necropolíticos. 

7) Diferentes justificaciones morales: Según Mbembe, las atrocidades se justifican por diversas razones, como la erradicación de la corrupción, diferentes tipos de «liturgia terapéutica», «el deseo de sacrificio», «escatologías mesiánicas» e incluso «discursos modernos de utilitarismo, materialismo y consumismo».11 

La necropolítica implica, por tanto, un atrincheramiento cerrado de dispositivos políticos, económicos y militares, orientados a la eliminación de poblaciones humanas. Pero junto a este aspecto, la necropolítica también se despliega a través de «pequeñas dosis» de muerte que estructuran la vida cotidiana de los individuos.12 

Menos humano que los humanos 

Junto con los asesinatos en masa y los exterminios, Mbembe sostiene que la necropolítica implica una vigilancia sobre los individuos no tanto con fines de disciplina, sino para extraer de ellos el máximo de utilidad, como en el caso de la esclavitud sexual.13 La instilación de esas «pequeñas dosis» de muerte en las existencias cotidianas de muchos individuos también procede de una «violencia social, económica y simbólica sin límites» que destruye sus cuerpos y el valor de su existencia social.14 Las humillaciones cotidianas perpetradas por las fuerzas públicas contra determinadas poblaciones, la estrategia de las «pequeñas masacres» infligidas día a día y la ausencia de bienes sociales básicos (por ejemplo, saneamiento, vivienda) dan lugar a un tipo de existencia cuyo valor «es el tipo de muerte que se le puede infligir».15 En esas circunstancias, la necropolítica consiste en en el poder de fabricar toda una multitud de personas que viven específicamente al borde de la vida, o incluso en su borde exterior, personas para las que vivir significa enfrentarse continuamente a la muerte …. Se trata, pues, de una vida superflua, cuyo precio es tan exiguo que no tiene equivalencia, ni de mercado ni -menos aún- humana …. Nadie tiene el más mínimo sentimiento de responsabilidad o de justicia hacia este tipo de vida o, mejor dicho, de muerte. El poder necropolítico procede de una especie de inversión entre la vida y la muerte, como si la vida no fuera más que el medio de la muerte16. 

En la necropolítica cotidiana, una masa de población vive en condiciones de extrema precariedad y, como tal, puede ser explotada y eliminada «naturalmente». Mbembe señala el racismo como el principal criterio que permite que la necropolítica se realice y se expanda en la sociedad. Junto a un «racismo hidráulico» que define el racismo institucional (Estado, ley, administración), Mbembe presta atención a un denominado «nanoracismo» que se despliega en las relaciones sociales cotidianas, y que está diseñado para estigmatizar, herir y humillar a «los que no se consideran de los nuestros».17 Teniendo en cuenta las actuales formas de violencia política, social y simbólica que se despliegan en todo el mundo, la noción de necropolítica de Mbembe representa una categoría heurística relevante para el pensamiento crítico contemporáneo. 

NOTAS

1 Ver: Achille Mbembe (2003). Necropolitics. Public Culture 15 (1): 11-40 (trans. Libby Meintjes).  (2016). Politiques de l’Inimitié, Paris: La Découverte. (2019). Necropolitics. Durham/London: Duke University Press (trans. Steve Corcoran) 

2 Michel Foucault, (1978) The History of Sexuality. Volume 1: An Introduction. New-York: Pantheon Books (trans. Robert Hurley), pp. 137 & 140. 

3 Michel Foucault, (1997),“Society Must Be Defended”. Lectures at the Collège de France 1975-76. New-York: Picador (trans. David Macey), p. 257.  

4 Giorgio Agamben (1998), Homo Sacer. Sovereign Power and Bare Life, Stanford: Stanford University Press (trans. Daniel Heller-Roazen). Roberto Esposito (2008), Bíos. Biopolitics and Philosophy,Minneapolis and London: University of Minnesota Press (trans. Timothy Campbell) 

5 Achille Mbembe (2003). “Necropolitics”, pp. 39 & 40 

6 Achille Mbembe (2003). “Necropolitics”, p. 39. 

7 Achille Mbembe (2019). Necropolitics, p. 35 

8 Ibid. 

9 (2019). Necropolitics, p. 84. 

10 p. 36 

11 Ibid. 

12 pp. 36-38 

13 p. 36 

14 p. 39 

15 p. 38 

16 pp. 37 & 38. 

17 p. 58. 

Antonio Pele es profesor asociado de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro. 

Fuente: Critical Legal Thinking

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