Intervención, Doctorado en Comunicación. Julio de 20241.
A la memoria de German Bravo, por cuando falla lo que él llamó la suave enseñanza del carácter insuturable de la pregunta por el sentido. La insubordinación de los signos, 1994.
En Tiempos y modos. Política, crítica y estética (Paidós, 2024), Nelly Richard (Sorbonne, París III) recoge textos que fueron escritos entre enero 2020 y noviembre 2023 sobre la emergencia de sucesos y procesos de especial relevancia social y política en Chile: la revuelta de octubre 2019; el Plebiscito Nacional 2020; el proceso de la Convención Constituyente y el triunfo del Rechazo en septiembre 2022; la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado en septiembre 2023. La precipitación de estos sucesos y procesos muy complejos en su formación y devenir, arma el corpus sobresaltado, en el que intervienen los textos de este libro que se ubican bajo el signo de la crítica cultural: signos, operaciones y tramas. El plural de los “tiempos” (momentos y eventos) y de los “modos” (configuraciones de habla), subraya las distintas situaciones y posiciones que se combinan irregularmente en estos ensayos sobre alteraciones políticas, disensos críticos y búsquedas estéticas. Estos enunciados, y otros, serán expuestos en el marco del Doctorado en Comunicación (Universidad de la Frontera).
Lejos de una necesidad reactiva por reorganizar el pesimismo, cabe agregar un par de apostillas sobre las heridas de nuestro cuerpo político en una temporalidad marcada por la devastación de la politicidad. Apostillas y audacias hermenéuticas que se deslizan sobre una irrebasable trama político-escritural (pléyade de voces, escritores y escrituras concitando a Diamela Eltit) que la ensayista no necesariamente compartirá, pero que develan – mediante un anhelo de intimidad- el lugar de una inminencia.
Un descalce escritural que ha sabido esperar, discernir y evaluar los desbandes del caso chileno y los soportes propagandísticos del movimiento derogador (2019) sin restarse a lo kitsch popular-masivo, o bien, en saber apreciar la imaginación erótica de toda insurgencia. Contra la obsesiva escritura de las redes sociales, y sin abjurar de su “intimidad crítica”, Richard se podría relacionar suspensivamente con los tiempos políticos (Revuelta, Plebiscito, Convención Constituyente y Rechazo) desde una movilidad táctica (léase lo plural-discordante). En medio de una “necesidad de distancia” (reflexiva distancia) avanza en “relaciones de visitación” que forcejean con la “primavera destituyente”, relevando sus aspectos intersticiales, como así mismo, sus momentos paroxísticos y sublimaciones, intentando afirmar una posición en una zona abismal de las izquierdas.
En su despliegue escritural es evidente una exigencia de las paradojas entre texto e imágenes, gestos y ademanes. Lejos de toda sutura, no ha cedido a las seducciones fantasmagóricas o los discursos napoleónicos, ofertando “regímenes de expresión” (“tintes de inteligencia”), ante la homogeneidad de los saberes profesionalizantes que han abjurado de todo acontecimiento. En una vocación de descalces -sin militancias- cultiva la variación salvaje, el fragmento, los márgenes, el intervalo, la pausa, lo minoritario e impugna la canonización de mapas y “códigos mainstream”, sin desatender la crítica situada y los modos de producción del presente. Ritmo, goce y transgresión de cuerpos disidentes que deben lidiar con un realismo reflexivo, o bien, atravesar algún “esencialismo estratégico”. Tras la “guerra de posiciones” -los afectos gramscianos- no es posible representar la totalidad del sentido, salvo una impugnación a la petrificación de la mirada que cancela toda trama deseante y biográfica. La crítica es una forma de intervención en la realidad y la ensayista se ha mantenido observante de la monumentalidad heróica que migró en la revuelta (destituyentes declarativos, activos y seculares2**), pero también ha subrayado un campo de rupturas semánticas y conceptuales con el sociologicismo binominal, malaise-anomia.
En ningún caso se puede arriesgar -ni antes, ni ahora- una ética adaptativa del justo medio -neutralidad- para anudar una posible hermenéutica política. La “verdad” solo es posible en la toma de palabra. La escritora ha cultivado la metáfora desconstructiva que persevera en un horizonte libidinal contra la máquina productora de “individuos normados”. Potencia escritural compuesta de gestos, roturas, enlaces y discontinuidades. Y cabe recordarlo, Pedro Lemebel le solía replicar su afán por la distinción y la pasión por el detalle ¡Tanto que sospechas siempre!
Al igual que Ernesto Laclau, Alberto Moreiras, Leonor Arfuch, Chantal Mouffe y Benjamin Arditi, por solo citar una tradición “no homogénea” de pensamiento crítico, entiende que “lo político” es una “confrontación continua”, al precio de interrumpir la camaradería entre política y hegemonía. De allí sus diferencias infranqueables con los formatos de la democracia liberal y sus contratos modernizantes.
La prosa richardiana, en sus intersecciones de sentido con el proceso político chileno, es un hito poco usual, porque es muy difícil entender las relaciones entre arte y política, memoria, feminismo y cultura, sin padecer creativamente el movimiento rítmico de sus taxonomías nómades. Por fin, contra toda adolescencia cultural, la plástica richardiana nos ha recordado que decir “todo es fuga” (Palinodia, 2022), no implica postular “una huida -un éxodo- fuera de los campos de poder”, sino abonar porosidad y atajos cognitivos a las complacencias con la revuelta chilena (2019). Aquel Deleuze de la “experimentación activa”, puede ser una imago de pensamiento que permite entender la vibración textual que su obra ha puesto en circulación.
La Cátedra que lleva su nombre, “Mediaciones comunicacionales. Cultura, crítica y subjetividad” -a cargo de la filósofa feminista Alejandra Castillo- fue instruida por el Doctorado en Comunicación el año 2021, e inscribe una duda pregnante -puntos suspensivos- sobre la funcionalidad comunicativa y el orden socio-informacional de los consensos. Un litigio con los afanes de traducibilidad discursiva que desnuda los juegos de fuerzas que subyacen a la transparencia del lenguaje.
Amén de la vitalidad enunciativa y la primavera de los cuerpos, no hay lugares intactos. Es necesario leer y emplazar las “zone de dissidence” que “compromete” la espera de un libro, “Tiempos y modos. Política, crítica y estética (Paidós, 2024)”.
NOTAS
1* Reconozco mi deuda intelectual con un notable trabajo de Palinodia, esencialmente, las conversaciones con Miguel Valderrama y Alejandra Castillo. Nelly Richard. Crítica y Política. Santiago 2022.
2** No hay guante blanco. En comunicación personal quién suscribe estas notas -dadas algunas filiaciones con la revuelta y los aportes Karmynianos- ha padecido reflexiva y amistosamente las distancias y tamices de la autora respecto al “repertorio lírico-verbal” (sic) utilizado para caracterizar el movimiento del 2019. De momento, hay modulación y acuerdos parciales.
Mauro Salazar J. Doctorado en Comunicación. Universidad de la Frontera.

