Giorgio Agamben / El barro y las estrellas

Filosofía

Todo el mundo recuerda la anécdota, relatada por Sócrates en el Teeteto, de la sirvienta tracia, «ingeniosa y graciosa», que se ríe al observar a Tales que, manteniendo la mirada fija en el cielo y las estrellas, no ve lo que hay bajo sus pies y cae en un pozo. En una nota en el Quaderno genovese, Montale reivindica en cierto modo el gesto del filósofo, escribiendo: «Aquel que arrastra los pies en el barro y los ojos en las estrellas; ése es el único héroe, ése es el sol viviente«. Que el poeta de 21 años resuma y anticipe en esta nota lo esencial de su futura poética no ha pasado desapercibido a los críticos; pero igualmente importante es que esta poética, como toda verdadera poética, implica, por así decirlo, una teología, aunque negativa, que un estudioso cuidadoso ha resumido drásticamente en la fórmula «teología de la miga» («Sólo lo divino es total en el sorbo y la miga» – se lee en Rebecca «Sólo la muerte la vence si pide la porción entera»).