Casi inmediatamente después de que Kast se impusiera en la primera vuelta de las presidenciales, una ola irrefrenable de imágenes cómicas, denominadas “memes”, inundaron las redes sociales en apoyo a Gabriel Boric. Dicho fenómeno, de ningún modo ha sido parte de una estrategia comunicacional dictada desde algunas dirigencias sociales o vanguardias intelectuales, ni tampoco responde a una planificación explícita de campaña partidista. Más bien, ha florecido de manera, si se quiere, “espontánea”. O, al menos así se presenta al imaginario social y comunicacional que considera a la conciencia subjetiva y a la voluntad del sujeto como los agentes claves en los procesos electorales. Visto de tal manera, efectivamente el fenómeno no es, con propiedad, un fenómeno (un objeto que aparece ante, en y gracias a la conciencia subjetiva), sino una especie de gestualidad o telón de fondo, un animus o tonalidad atmosférica capaz de abrazar y encender, de expandirse, desplegarse y marcar el ritmo, tanto de la campaña como, sobre todo, de la intensidad y esperanza con que se vive el presente.