Mauro Salazar J. y Carlos del Valle R. / La Unidad Popular y Nuestra Confianza en Nosotros. Un momento Karmyniano

Filosofía, Política

Sobre Nuestra confianza en nosotros. La Unidad Popular y la Herencia del Porvenir. El Fantasma Portaliano II. Ediciones Universidad de la Frontera (2023). El prólogo del libro corresponde a Carmen Castillo y el epílogo a Sergio Villalobos-Ruminott.

El corpus textual (imaginación) anuda un conjunto de intervenciones y operaciones metonímicas- que buscan abrir una “política de los afectos” subrayando fragmentos lexicales de Salvador Allende donde las singularidades interfieren en el continuum de la dominación. Un nudo “de apropiación de la inapropiabilidad de la potencia por parte de los pueblos, de la patencia (nuestra) de una potencia” (2023, 38). Karmy organiza un diálogo intempestivo desde la “excepcionalidad” de la Unidad Popular para impugnar el archivo de la post-dictadura en la época de la desaparición. Un zumbido vitalista que inscribe incisiones rítmicas en la intensidad imaginal de los sustantivos, disyunciones y porosidades, para emplazar los consensos visuales del pacto oligárquico-transicional (1990-2019) e interrogar cómo el golpe de Estado (1973) ha diagramado las narrativas tanáticas de la izquierda chilena.


La Unidad Popular, no quiere ser gobierno (“máquina portaliana con diversos grados de sustancia”), porque deviene excedentaria a las plataformas de gubernamentalidad, pese a que no niega el mandato institucional, el Allendismo se ha inclinado por la potencia11, la metaforicidad expansiva y, porque no, de loacontecimental. Invocando a Deleuze la Unidad Popular encarna una “imagen movimiento”, con vocación de vértigo y yuxtaposición, que porta una filosofía -del destino- que la lleva a quebrar el pacto con las formas representacionales de la republica desarrollista (1938-1973).

Tras el laboratorio transitológico, ¿Cómo podemos limitar el concepto de imagen, para observar sus posibles cuadros de realidad en un texto expansivo -lo intempestivo en Karmy- que desafía las representación y susurra un lenguaje para los cuerpos? Todo nos lleva a ese deseo, que se expresa en una lógica de multiplicidades de expresión, estratos y sedimentos posibles.

Cabe señalar que, en El fantasma portaliano. Arte de gobierno y república de los cuerpos (Ediciones UFRO, 2022),Karmy había interrogado una comunidad de preocupaciones, a saber, los acuerdos políticos del mainstream, la expansión de la conflictividad al interior de la demografía elitaria, el abusivo sociologismo del mal-estar, las posibilidades de una escritura destituyente, arriesgando una tesis liminal sobre el carácter derogador de la revuelta (2019) y su rabia erotizada contra la rotación de los pactos oligárquicos y la impotencia cognitiva de los expertos frente al mundo popular. La fisura que ha tenido lugar entre modernización e imaginación popular, no nos provee de una decrépita “filosofía de la historia”, pero nos sugiere posibilidades oblicuas, juegos de recovecos -retornos a lo reprimido-. Habría una tarea pendiente -organología karmyniana-, aquella política que pasa por escudriñar resquicios, fugas, fisuras, grietas o nodos por descifrar de la Unidad Popular. La fábula política, la posibilidad de con-fabular y lo menor en Deleuze como poética del desplazamiento2. Una tarea mayor, en medio del trauma irrepresentable, ¿cómo nombrar el tiempo que sigue a la dictadura y en cuya sombra aún se habita bajo el nombre de postdictadura?” -se pregunta Miguel Valderrama (2018, 17).

Pese a la estocadas públicas que provee la reflexión pletórica de Karmy, aquellas que no podemos obliterar, cabe advertir que, cualquier imagen o calco que se precie de reducir una “imago de pensamiento” a mera negatividad, esencialismo, lirismo octubrista, fetiche de rebelión o metafísica de la presencia, incurre en una pereza respecto de la argótica conceptual que aquí entra en circulación (Agamben, Foucault, Nancy, Marchant), sino que olvida aquello que él mismo autor ha calificado como un “trabajo menor”. Si todo régimen escritural -transido de deseo- se debe a la distancia, a la verdad de sus sonidos, al emplazamiento infatigable, ello es de la mayor reciprocidad ante la prosa pública -Karmyniana- que corroe los formatos circunspectos de las ciencias sociales y se mueve en la tensa filigrana de una hipérbole. Con todo, las intervenciones del autor, y su letra discrepante, frente al tiempo homogéneo de las modernizaciones, merecen ser asediadas. Es bueno mantener un litigio abierto.

Dado la distancia que Rodrigo Karmy ha declarado contra la complicidad de las políticas del conocimiento -epistemologías gerenciales e identitarismos disciplinarios- en las ciencias sociales y su mansedumbre ante la fuerzas elitarias, esto ha conminado afanes, pasiones, pero también ha despertado una “zona de incordios”, respecto a los mitos de la modernización y sus indicadores de logro (1990-2010).

Queremos relevar un par de puntos que atraviesan el debate político-filosófico y que suelen centellear en el trabajo reseñado, a modo de momentos discursivos e imágenes que se iluminan sin la progresión de una estructura argumental, a saber, evitando aquello que la tradición lacaniana designa como “sutura”.

Cuando el autor inscribe operaciones de entrada y salida respecto a la experiencia ético-político de la Unidad Popular, da cuenta de una ontología de la potencia igualitaria que va más allá del aparato politológico afiliado a la inmanencia entre monarquía y república. Las potencias son prácticas escriturales y “nuestra confianza en nosotros” es un gesto para reorganizar el pesimismo que padecen las izquierdas y el partido portaliano, a saber, el progresismo transicional, sus tecnologías de orden y capitalismo académico. Para Karmy, en “Nuestra confianza en nosotros” tiene lugar “una activación de la potencia de los cuerpos antes que la inercialización promovida por el portalianismo histórico: si el fantasma portaliano escinde la vida de la materialidad de su potencia provocando que ésta termine inerte, gobernada bajo el peso de la noche”. En efecto, el despertar de la república de los cuerpos sería una manera posible de enfrentar una subjetivación inercial de tipo portaliana. Por eso Karmy, insiste en la voz perdida de Allende -trenzada de metal- atravesando tiempos y olvidos mientras “La Moneda se desploma en llamas, parece resonar en la revuelta de Octubre bajo otra forma, otros rostros, otros problemas”.

La Unidad Popular es una experiencia empapada de imaginación popular y “secundariamente”, un gobierno del realismo. Una ética de los pueblos (siempre en plural) comprende admitir los enjambres de las luchas populares que se abrieron luego desde los años 30, como así mismo, en la disrupciones del estallido. Las memorias irredentas, sin domicilio, aquellas que irrumpen con la imaginación popular del 2019, interpelan la racionalidad abusiva de las instituciones, más allá de una ética de lo testimonial, o bien, un uso instrumental de la memorias del realismo. Con todo, abrir la memoria a “lo plural-discordante”, no implica el incesto de la distribución culpógena (distribución aritmética de culpas que ha formado parte de la conmemoración de los 50 años). Trascender los patrimonios morales, al estilo de todo o nada, no implica equiparar -compensaciones – que vengan a homologar daños, estandarizar relaciones de poder, o alisar violencias estructurales. Qué ocurre cuándo el juego atemporal de las memorias puede centellear fugazmente y excede el reparto de las representaciones conservadoras. Por las dudas, no hay memoria managerial.

Y sí. Nuestra confianza en Nosotros, sería un borde posible –hilo de voz– contra el actual silencio ensordecedor, para intersectar las distopías del presentismo y la dura facticidad de lo real.

NOTAS

1 Dice Karmy, “decimos potencia y no pueblo, para estar exento de alguna forma pre-determinada y, sin embargo, no ser más que un ser de potencia, una capacidad de devenir múltiples formas”. Fragmento de Chile, dobleaeditores, p 39. 2019 2 Deleuze aclara que “una literatura menor no es la literatura de un idioma menor, sino la literatura que una minoría hace dentro de una lengua mayor” (Deleuze & Guattari, 1978, 28).

Referencias

Deleuze G, y Guattari, F. (1978). Kafka. Por una literatura menor. México D. F. Editorial Era.
Valderrama Castillo, M. (2018). Prefacio a la postdictadura. Santiago: Palinodia. 17





Mauro Salazar J. y Carlos del Valle R. Doctorado en Comunicación. Universidad de la Frontera.

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