Giorgio Agamben / Furias soñadoras | Marco Lucchi / Furore che sogna

Estética, Filosofía, Música, Política

En el Museo Nacional Romano, en el Palacio Altemps, hay una cabeza de mármol que, según la tradición, representa a una Furia durmiendo. Ojos cerrados, mechones de pelo despeinados en frente y mejilla, labios apenas separados, el rostro de la Furia -si es que se trata de una Furia, ya sea Aletto, Megera o Tisifón- descansa tranquilamente sobre una almohada de mármol oscuro, como si soñara.

Una furia que en lugar de gemir y gritar, agitando su serpentina cabellera, cierra los ojos y sueña, negándose a sí misma. Sin embargo, es precisamente y sólo el sueño o el sueño de una furia lo que se parece al pensamiento. El pensamiento no es sólo contemplación, es ante todo furia. El pensamiento se da, la contemplación se da, sólo si antes ha habido furia, si, mirando la abominación de los humanos y del mundo, la mente -decía Bruno- desciende «en lo más infernal… se siente lacerada y desgarrada». Y sólo si en nuestra furia heroica podemos cerrar los ojos y soñar, tenemos verdadera quietud, tenemos visión y teoría. Nuestros sueños no son entonces fantasías despiertas, que sabemos engañosas y vanas, sino verdades que, incluso con los ojos cerrados, no podemos dejar de creer, porque antes hemos visto la venganza y el error. El pensamiento es este apaciguamiento de la ira, es un Erinni que sueña.

Fuente: Quodlibet.it

Acompañamos el texto de Agamben con el disco Furore che sogna, del compositor Marco Lucchi.

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