Mauro Salazar J. / Homero Expósito en el fetiche de un afiche

Estética, Filosofía, Política

Siempre debía vestirme con pieles, por supuesto; en la ausencia de pieles los placeres    de Leopold estaban desprovistos de sabor…. Deleuze, G. (1967). Présentation de Sacher-Masoch.

No hay dioses hegelianos en la sintomatología poética que abraza Homero Expósito. Solo hay devenir en un mundo de ideologías sexuales donde el fetiche -del afiche- viene a conjurar la penosa ausencia del sujeto significante. La prosa distópica de Afiches (1956) desnuda la representación concebida como velo, espejo y pantallazo. Todo abunda en develar el frenesí donde las artes plebeyas son liberadas en los consumos de la indistinción, o bien, en disolver los compromisos ontológicos en la reificación de las mercancías. Guy Debord y los heraldos de nuestra parroquia. En Maquillaje el poeta de zárate diagrama desde un soneto barroco (siglo XVI) una zona abismante cuyo eco es el juego de las máscaras. En un viaje de ida y vuelta, somos transportados al barroco, “Porque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo, ni es azul. Lástima grande que no sea verdad tanta belleza” (1559-1663). Con ello, alude “a una mujer que se afeitaba y estaba hermosa”. Un fragmento atribuido a Bartolomé Leonardo de Argensola, y su hermano, Lupercio Leonardo de Argensola, cronista del reino de Aragón. La trampa que ausculta la belleza, en connivencia con los ministerios del amor, desnuda la relación entre copia y simulacro. Un efecto de la cosmética que, al mismo tiempo, retoca y trastoca lo real. En el límite de la herida narcisista,  existe un cauteloso engaño del sentido, que nos lleva a pensar en la pulsión de simulación, ya que crea una ilusión que aparenta una presencia verosímil (“lo real”). Comparecemos a la decadencia de la mentira. Tras la muerte completamente inesperada de un amigo, Expósito exclamó,“¡No hay derecho a morirse a los 21 años!”.

“Porque ese cielo azul que todos vemos,/ ni es cielo ni es azul. ¡Lástima grande/ que no sea verdad tanta belleza!” (Argensola), el tango le responde en su primer verso: “No../ ni es cielo ni es azul”. En materia de formas, los dos pliegues totalmente distintos. Maquillaje se alista fónicamente para el viaje -transitorio o temporal- pero no hay maquillaje para el viaje final. Homero estampa una querella contra los artefactos del espectáculo e imputa un mundo de consoladores psiquiátricos mediante recursos de prosopopeya, antítesis y, discretamente, oxímoron

En 1955 Atilio Stampone cumplía con un pedido, mientras escuchaba a Homero cantar “Cruel en el cartel/la propaganda manda cruel en el cartel/y en el fetiche de un afiche de papel/se vende la ilusión, se rifa el corazón”.  Y qué decir sobre este término pregnante, a saber, “fetiche”. Del español “hechizo” migra al portugués como “feitiço” y al francés como “Fetiche”. Más tarde fue introducido en la etnología por De Brosses, pero a poco andar fue desechado por su sesgo etnocentrista. En el campo de la teoría del valor, Karl Marx, en “Das Kapital” aborda el término en un capítulo titulado “El fetichismo de la mercancías y su secreto”. Freud recupera el término en su trabajo “Tres ensayos para una teoría sexual”. En textos ulteriores el “Fetichismo” se sitúa como paradigma de la perversión. Cruel en el cartel, quiere decir fetiche, travestismo, voyerismo y exhibicionismo de las prácticas y las formas en el pantallazo del cartel que rompe la unicidad del sujeto. El fetichismo se presenta como un territorio minado -psicoanálisis- por su locus de borde entre una homilía para neuróticos y perversos que cultivan goces sádicos. La fenomenología del fetiche nos ayuda a interrogarnos acerca sobre necesidad del velo como una condición constitutiva con la contemporaneidad, donde prima la relación ilusoria como momento constituyente y esencial, en la relación con el objeto (cartel, que no solo campea, sino que lo hace cruelmente). La función del velo suspende el estatuto ontológico del sujeto deseante, y que es capturado en la identificación fálica, como un objeto cautivante que sirve al goce sexual. Para Lacan la producción de este objeto implica una pérdida irreductible al significante. Un corte sobre un trozo del cuerpo que comprende una pérdida irreparable para el sujeto. Pérdida que permitirá el advenimiento del ser hablante y la articulación de su relación al deseo mediatizada por el fantasma. En medio de subjetividades perversas Homero declara sus “ganas de balearse en un rincón”.

El papel de afiche que contiene la fotografía es una expresión que ridiculiza y desvaloriza al cartel de propaganda. Aquí la propaganda no solo manda, sino que lo hace de un modo “cruel”, pues “…se vende una ilusión/ se rifa el corazón…[…] Cruel en el cartel te ríes, corazón, /¡Dan ganas de balearse en un rincón!”. La fotografía publicitaria se sitúa en contraste con lo real, lo auténtico y los sentimientos genuinos del hablante. La despersonalización producto de la publicidad -un pathos espectacularizante- se expresa a través de la frase “se rifa el corazón”. La tiranía del cartel es un soporte de la industria cultural y la proyección de imágenes -las series del catálogo- que produce la “propaganda” industrial, han corroído las intimidades de la subjetividad. Un recurso de las pantallas, donde el cine y la televisión se han multiplicado hasta el punto que es ineludible no ser “fijados” y devenir en “fetiches de un cartel”. Los dispositivos de difusión como aparatos emotivos y diseños de publicidad: catálogos, tarjetas, recordatorios y gráficas en diarios y revistas de interés general.  De allí Afiches declara la aceptación de la partida. Luego en ¡Chau no va más! escribe, “dale paso al progreso que es fatal…Pero nadie vivió sin matar/sin cortar una flor” aludiendo a una dialéctica vital que convive con “abismos temporales”.

La penetrante disyunción del cartel de Homero nos devela que devenimos en equivalentes abstractos -objetos de intercambio- y podemos ser puestos en circulación dentro del mercado junto con otros artefactos, cuestión que encierra las plásticas salvajes de la contemporaneidad. ¿Cómo transitar entre goce y deseo cuando todo ha sido liberado a un hedonismo estetizante? Y bajo la castración del mundo ¿cuál será la comunidad de los afectos sometidos al consenso de las mercancías?

En el fetiche del afiche manda la crueldad del cartel.

Homero Expósito (1918-1987) fue un reconocido autor de letras de tango, creador de 98 letras registradas en SADAIC. Es el mentor de una obra ineludible en la historia del tango, destacándose entre sus textos: “Maquillaje”, “Margo”, “Naranjo en flor”, “Óyeme”, “Percal”, “Pigmalión”, “Quedémonos aquí”, “¡Qué me van a hablar de amor!”, “Siempre París”, “Te llaman malevo”, “Trenzas”, “Tristezas de la calle Corrientes”, etc. Existen numerosas antologías sobre el tema, incluida la cuidadosa selección de José Gobello. (1995)

Mauro Salazar J. Doctorado en Comunicación UFRO-UACh. Universidad de la Frontera.

Referencias

Deleuze, G. (1967). Présentation de Sacher-Masoch. París, FR: Les éditions de Minuit.

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