Vino con todos sus ungüentos
Vino fingiéndose la luz,
Vino con átomos sangrientos,
Vino demócrata y con cruz.
La virgen de Occidente.
A propósito del fin de la Universidad moderna, que describe Karmy, en La Universidad estallada. Palestina y el devenir de las humanidades, y la desesperación impotente del juicio, la crítica y del discurso universitario respecto de la explosión- implosión de la academia, que muestra el fin de una frontera entre un interior/ exterior, expresada en el agotamiento del vínculo moderno entre inteligencia universitaria y mundo social, que habría sido establecido por la soberanización del pensamiento en la Universidad estatal moderna soberana, a decir de Thayer, en “La crisis no moderna de la universidad moderna”, y las nuevas formas de hegemón financiero fundado por las políticas neoliberales a partir de los setentas en gran parte de las sociedades contemporáneas. Nos proponemos aquí , entonces, a partir de un cierta modalidad de diálogo con el texto de Karmy, interrogar la aporía analítica de pensar el estatuto de la crítica y su relación con la axiomática del capitalismo global integrado, atendiendo a la pregunta; ¿de cuán universitario es también el capital financiero, en tanto que tecnología y administración académica del pensamiento? . En ese escenario discursivo, la discusión que Karmy abre respecto de la implosión de la razón universitaria, en el contexto de la violencia genocida del fascismo sionista en Palestina, nos invita a pensar y problematizar, también: ¿Cuál es el lugar de la universidad y la crítica hoy?, ¿qué derroteros espistémicos le esperan al pensamiento, en el paradigma de lo que podríamos denominar; “la caída de la crítica en la facticidad de la violencia equivalencial?”.
Las Universidades no son espacios exclusivos para la puesta en obra del rasero analítico, esta afirmación, es también otro lugar común, otro cliché del pensar la crítica como forma de la resignación ingenua del pensamiento; el reverso especular, el negativo mercantil del estatuto normativo de “las tecnologías de la crítica”, Pues, si hay que pensar en las calles, sobre las calles, en los espacios públicos la porosidad biopolítica de la axiomática del capital, en los intersticios capilares de lo cotidiano, las relaciones ventrílocuas del poder, habría que preguntar y plantear también, hoy, el problema de la universidad y su relación con el mundo, a saber; ¿cómo pensamos la Universidad y las humanidades hoy, ligadas a las lógicas corporativas de la acumulación y en la era de la aceleración del consumo, y el poder contemporáneo?
La inscripción de los cuerpos y la vida de los pueblos, tabulados y capturados en las agencias digitalizadas y descentralizadas de la gestión cibernética automatizada y funcionaria de la máquina de guerra capitalista, requiere de la resistencia general, como huelga y desacato destructivo de los comandos bio soberanos de la dominación, la facticidad de la miseria y el sufrimiento de la reproductibilidad sacrificial de la muerte como religión.
Sublevarse, abrazar el instante erótico de la felicidad fulminia de los pueblos, se juega en la carcajada mundana del comunismo como exterioridad radical de lo que se nos impone como única realidad. «El comunismo como la interrupción pagana del mundo, tal como es ahora, aquí y en todas partes», cómo movimiento barbárico de los que no tienen más que el huérfano deseo de su rebelión, como única posibilidad de sobrevivir, en los límites de sus vidas arrasadas por el fuego humanista de la gubernamentalidad civilizatoria, y la prepotencia imperial.
Hay que estar y confrontarse cotidianamente en el afuera-adentro de la miseria del pensamiento facturado por las equivalencias del saber institucionalizado, y siempre compinche del genocidio generalizado de los condenados de la tierra.
¿Qué lugar ocupa el sujeto supuesto saber, de articulación universitaria del conocimiento, en la coordinación geo-económica de la dominación y el exterminio histórico de los pueblos?
¿No es Palestina hoy, entonces, tapizada de sangre por el plomo sionista, una instancia de la imaginación, para pensar las condiciones de resistencia general de los pueblos, en disputa contra el vasallaje máquinal del exterminio capitalista y los flujos planetarios y des- centrados del saqueo neo-colonial?
El orientalismo, la máquina de guerra de la “razón moderna europea”, como tecnología de la crueldad y pragmática de la exclusión de lo “barbárico y el indio”, es también el nombre de la abstracción civilizatoria, que el espectáculo mercantil de la épica invasora, y la supremacía de los valores blancos, se dan para el borramiento definitivo de lo que a su paso le obstruye para expropiar, acumular y explotar; el indígena ,el palestino, el indio , el africano el semita, lo no europeo, son “la tierra prometida”; la ge-stell, como lo anotaría Heidegger, en “la Pregunta por la Técnica”: lo que está ahí, como mercancía, como fuerza calculable para su destrucción y aniquilamiento.
“Si el borramiento de la causa palestina de los campus universitario, y el aplastamiento del libre ejercicio del pensamiento, que agónico permanece asediado por las diversas políticas neoliberales alrededor del orbe”, como lo plantea karmy en su texto, significa la consumación del triunfo de la americanización del mundo, y la universidad humanista de articulación imperial, entonces, la domesticación del pensamiento y la crítica, no será más que el síntoma de la subsunción real de la vida a los imperativos del capital global financiero, sin que por ello tengamos que caer en la destinalidad fatal de la despolitización y des-historizacion de los procesos socio históricos, que nos exigen la proliferación del ejercicio de la radicalidad de la crítica, en el interregno de la desarticulación.
La guerra civil planetaria- la lucha de clases- promovida por los dueños del mundo y la soberanía estridente de la riqueza, acomoda los sables de la extinción de las distintitas formas-de-vida, para expandir su dominio esclavizante por todos los rincones de la tierra. El porvenir de la “potencia imaginal de los pueblos” – su esperanza-, siempre a riesgo de no venir, y a la contra de la expropiación general del tiempo y de la vida, presionan desde la stasis residual de su combate, el orden de las polis y sus formas bio-sofisticadas de opresión.
La violencia sobre la cual se ha afirmado la tradición de los opresores, es un ejercicio de humillación bestiaria sobre los oprimidos, es por esta razón, que Fanon, en “Los Condenados de la tierra”, afirmará que todo proceso de emancipación colonial es al mismo tiempo un programa de “desorden absoluto”, y así, podríamos decir con él, entonces, que todo momento stasico y de sub- versión del orden dominante, implica una desorganización general de los cuerpos, inscritos en un programa de de-negación absoluta de su potencia . Desarticular, entonces, los distintos modos de dominación, implica, también, un gesto de “alteración an-arquica de los sentidos”, un des-programarse del régimen escópico y vigilante, que los perímetros calculantes de los saberes cuantificados del poder, trazan como katejon para el insistente desvío de la potencia de lo vivo, pues, la materialidad de la miseria que trae consigo toda empresa de explotación capitalista, es una planificación gestional, destinada a la conducción sacrificial y productiva de los cuerpos, en la performance oikonomica – dispositivo de la obediencia- del paradigma teo-antro- civilizatorio que la expansión del necro-capital porta consigo.
El destello de una intifada general de los pueblos, que impugna a los saberes policiales de los paradigmas normativos de la episteme universitaria, y su geopolítica del conocimiento, como relación de principio equivalencial, interpela también, los modos de “la crítica moderna” en el mismo horizonte de realización del nihilismo, en tanto que consumación de la burocratización mercantil y servil de la crítica, subordinada al capital financiero del reino neoliberal, que institucionaliza los saberes alternos y condiciona los contornos populares de las “lenguas marginales”, al dispositivo universitario de la capitalización intelectual . Y es que el discurso de la “academia inmunizada”, como archivo-régimen de la de- negación de la diferencia, es también la metáfora de la maquinaria de exclusión permanente del otro, en “un contexto de circulación desregulado del capital”- Villalobos- Ruminott- y en la producción de su propio afuera, como margen geopolítico inscrito en la retórica tecno-económica de la lengua sacrificial dominante.
La experiencia Palestina, es hoy, el nombre- desterritorializado y exote de la resistencia general contra el fascismo-sionista, que recorre sin pudor los distintos lugares de enunciación de la crítica liberal humanista, y la escena intelectual contemporánea, subsumidas en la lógica del marketing y la politología experta neoliberal, que expone- impune, a través de la pauta de la razón “mediarquica”: los paneles televisivos, el despliegue gráfico y la jerga técnica, desde una supuesta neutralidad engañosa- Traverso- la estupidez y la bajeza epistemológica, como criterio de verdad democrática, que bajo la hermenéutica pastoral del “sujeto libre”, eximido de cualquier “vicio ideologizante”, exuda la deriva totalizante de los imperativos del capital.
Si la intensidad del pensamiento disidente, en la implosión del límite entre universidad/ sociedad, insiste en operar como una cierta “topología de la desistencia comunista”, que se articula en contra de la administración biopolitica del “asunto común del pensar, para activar una genealogía de “la verdad de la democracia”- Nancy–, -en tanto esta sea entendida como principio de valoración y dominación económica- y mantengamos viva la fuga de la diferencia como fractura fantasmal de la desistencia, contra el fármaco institucional de la crítica y la filosofía de la historia, en tanto máquina de producción de signos del poder, para ensayar una crítica profana de la propia racionalidad “del arte del gobernar”, que la misma democracia equivalencial anticipa como mera forma de distribución y régimen del pensar, entonces, el “contra-desbordamiento” de los territorios identitarios de la estrategia humanista del poder, desmantelados por la deriva otra, que abre la posibilidad de una “topología comunista” del pensar, despliega una cierta exterioridad migrante de la crítica que acampa en fuga de los territorios totalizantes de la filosofía de la historia y la “metafísica política”, de “la verdad de la democracia”.
La tiranía de “la verdad de la democracia”, que no es más- o tal vez más- que el gobierno y la dirección productiva de la transparencia constitutiva de la consumación radical de una acumulación sin resto- Moreiras– que se expresa en el propio develamiento genealógico que ejerce la desistencia de “la topología de un comunismo pagano”, ensayado desde la alteridad radical que habita en la discontinuidad entre humanidad y política; como revuelta de la onto-politicidad-destinal del libre juego de las distintas formas-de-vida y la interrupción radical de la historia. “Sea dentro del régimen de representación, para dislocarlo, sea desde fuera para asediarlo”, como anota Karmy en Stasiología, el devenir comunista de la exterioridad radical, tendrá que “destituir” cada vez que pueda la “politicidad-destinal” del nomos policial del pensamiento.
El paso atrás que propone la “topología de un comunismo pagano”, como posibilidad infrapolitica de una nueva relación con la historia, si se quiere, y como suspensión an-arquica de la sutura antropológica que presupone ya siempre la relación normativa entre teoría y práctica- pensamiento y política- y la soberanizante identidad principial entre democracia, critica y acumulación, desestabiliza el mandato político de la traductibilidad absoluta de toda hegemonía. La operación an-hegemonica que supone la irrupción de la “topología comunista”, como contra desborde de la afición subyugante del dispositivo de lo político contra el continuum de lo vital, desestabiliza y altera la “guardia inexpugnable”, que es la trampa gubernamental de la casa teo-politica y la “gramática de la maquinación total de la existencia”, como articulación de la imaginación política moderna- Gonzalo Díaz Letelier-. Podría ser así, entonces, que los flujos desterritorializantes de una crítica an-economica, siempre en tensión con las representaciones totalitarias, que las lecturas teológicas de la tradición imperial greco-latinas imponen sobre el pensamiento y el ser de lo político, faciliten la articulación de una lengua imaginal a-teológica que permita el despliegue de un pensar la crítica en antagonismo explicito contra las instanciaciones epocales que la performatividad del poder recrea como destacado “principial” del carácter puramente gestional y policial de la razón política moderna como relación onto-teologica y cosificante de la existencia.
No hay otra forma de amar a Palestina que no sea bajo el nombre de la justicia y la lucha contra el fascismo-sionista, que azota a todos los pueblos del mundo. Palestina es hoy, el nombre de los pueblos del mundo. Gaza grita en la cara del hierro colonial y sus átomos de sangre la resistencia alzada contra la razón blanca y almidonada de su exterminio. Palestina es hoy, en el medio de la complicidad nihilista y espectral de la crítica, el desquiciamiento de las humanidades y las soberanías, ante todos los usos posibles del pensar.

