No queda comida.
Solo el retumbar de los estómagos vacíos—
más fuerte que las bombas,
más implacable que los drones.
Nuestros cuerpos se han reducido a sombras.
Las costillas sobresalen como alas rotas,
como si nuestros pechos anhelaran escapar
de lo que nos hemos convertido.
Huesos de pájaro, hambrientos,
atrapados en una jaula forjada por la guerra.
Los hombres se detienen a mitad de frase, las palabras deshilachándose.
Las mujeres parten el pan en finísimas rebanadas fantasmales.
¿Y los niños?
Ya no juegan.
La alegría exige calorías que no tienen.
Se sientan en los rincones,
las extremidades dobladas como promesas rotas,
los ojos abiertos, pero apagados.
Las madres remueven ollas vacías,
sirviendo nada con susurros de disculpa.
Las sazonan con canciones,
pero los niños están demasiado cansados para fingir.
Los platos permanecen desiertos.
Los estantes repiten su vacío.
El mundo, también, se siente hueco—
sin respuesta cuando clamamos.
Ahora nos desmayamos,
silenciosamente, sin alarde.
Eso ocurre cuando el cuerpo agota
hasta la voluntad de levantarse.
Y cuando el mundo comienza a escuchar
el rugido de nuestro hambre,
se apresuran a ahogarlo.
Las bombas rugen más fuerte para silenciar nuestros estómagos.
Celebran reuniones,
no para alimentarnos,
sino para alimentar ilusiones.
“Alto el fuego”, dicen, queriendo decir dilación.
“Negociación”, afirman, queriendo decir nada.
Montan la esperanza como una obra de teatro—
lo justo para mantenernos soñando con pan,
lo justo para acallar al mundo.
No paz.
No ayuda.
Solo silencio disfrazado.
Y aun así, soñamos.
Soñar es el último derecho que no nos han arrebatado.
En Gaza,
un trozo de pan no es solo una comida—
es un milagro,
una bandera,
una declaración desafiante
de que aún estamos aquí.
Cuando el mundo pregunte,
“¿A qué suena el hambre?”
Diles:
Suena a Gaza—
donde hasta el silencio pasa hambre.
Ruba Khalid Al Faleet es una poeta de Gaza cuya obra combina el testimonio personal con la resistencia lírica. Sus escritos se centran en la guerra, la memoria y la supervivencia, ofreciendo una voz desde debajo del asedio.
Fuente: Gaza Poets Society
Imagen principal: Mahmoud Ashkanani, Untitled, 2015

