Mauricio Amar / Sobe una fotografía tomada en Gaza

Estética, Filosofía

Como bien dice Roland Barthes, si la fotografía tiene un poder sobre la mirada, ello tiene que ver fundamentalmente con una fuerza indicadora de verdad. Podemos rechazar la idea de verdad por completo y, sin embargo, cuando vemos una fotografía, pensamos que estamos ante un hecho que ocurrió realmente, incluso sabiendo que el compuesto de esta realidad es la fugacidad, el instante, lo irrepetible. Alfredo Jaar ha planteado que una fotografía siempre se hace, es decir, lleva consigo una mirada que no está en la fotografía sino que es la del fotógrafo que encuadra y crea una ventana en medio de lo fugaz. La imagen fotográfica aparece, entonces, como una especie de mirada compartida entre el fotógrafo y su público, una manera de hacer común la luz de un instante.

Pues bien, quiero mostrarles una fotografía de Anthony Dawton tomada en 2011 en el campamento de refugiados palestinos de Deir al Balah, en la Franja de Gaza. Dawton es un fotógrafo comercial, que de alguna manera afirma compatibilizar sus quehaceres publicitarios con fotografías del sufrimiento de los niños en el mundo, especialmente en contextos de guerra, que van convirtiéndose en recursos para ONG’s vinculadas a dichos temas. Varias de sus fotografías son verdaderamente impactantes, no porque capte el momento de la violencia en su climax, sino al contrario, porque en ellas suelen aparecer niños y niñas en un contexto catastrófico, mirando directamente a la cámara, posando como si la relación cuerpo-contexto fuese suficiente para dar cuenta del sufrimiento.

En una de sus fotos en Deir al Balah Dawton hace aparecer a una niña palestina en la parte trasera de un automóvil. Su mirada no está dirigida hacia la cámara, sino a un lugar indeterminado, ubicado fuera del encuadre. El automóvil tiene una puerta abierta por un lado, del que no sabemos si alguien entra o sale. La niña va acompañada por otro joven que está de espalda. Es su mirada, sin embargo, lo que provoca eso que Barthes llamaba punctum de una foto, “ese azar que en ella me despunta (pero que también me lastima, me punza)” (Barthes, 1982)⁠. Esa mirada de tristeza que pareciera no ser sólo eso, sino decepción, se ve casualmente intervenida por un elemento igualmente punzante. Una cuerda que probablemente sirve para afirmar algo sobre el techo del auto, como cuando una familia se va de vacaciones y se lleva maletas, pero acá, en Gaza, debemos suponer que estamos ante un desplazamiento, una pérdida hacia la cual se dirige la mirada infantil. Con todo, esa cuerda termina en la forma de un nudo, que se me asemeja a una soga de ahorcamiento. Como si la muerte, no captada por el “sujeto” fotógrafo, se hubiese colado vistiendo su ropa preferida, la metáfora.

Anthony Dawton, Girl through Car Window, Deir al Balah, 2011

Pérdida y muerte, ojos de niña mirando no al infinito, como hacen los candidatos, sino hacia un lugar específico que sólo nos queda imaginar. En mi imaginación aparecen una casa destruida, un juguete olvidado en el apuro de la salida, una amiga que acaba de despedirse con la mano y un grupo de cuerpos que, ya sin vida, indican el movimiento catastrófico del propio automóvil por partir. En la fotografía, lo que no vemos resulta lo inquietante, lo que perturba la mirada. En los ojos de la niña y en la expresión de su rostro, nos encontramos con el espejo de lo inquietante. Rostro-espejo, siempre más allá de sí o del cuerpo en que imaginamos la consistencia.

Descarga este artículo como un e-book

Print Friendly, PDF & Email

Deja un comentario