Una tarde en compañía de Olympia (1863) de Edouard Manet. No es un secreto a voces que se trata de la tela que inaugura la modernidad pictórica, y por lo tanto es una forma de desfiguración premeditada (effacement) del triunfo epocal en el que seguimos alojados. Nuestra proximidad con ella es de tal grado que se vuelve dura la tarea de imaginar el efecto hostil que llegó a suscitar en el Salón de 1865 en París. Aquella historia ha sido ampliamente documentada por las mejores plumas de la historiografía de arte. Si bien no nos interpela directamente a los espectadores, el gran cuadro de Manet registra un umbral en la autopercepción simbólica del arcano moderno. Escribo arcano con énfasis para recordar la temprana descripción de Paul Valéry, quien escribía sobre el cuadro lo siguiente: “[Olympia] recoge el poder público y la presencia de un arcano miserable de la Sociedad, lo impuro par excellence desde una postura que desde una cándida ignorancia no conoce vergüenza ni pudor. En su absoluta desnudez, [Manet] nos recuerda de los remanentes del barbarismo primitivo y de la animalidad ritual que subyace a la rutina de la prostitución en las grandes metrópolis” [1]. Y si todo arcano es fundamento y origen, entonces Olympia es el develamiento de un patetismo corpóreo que pone en evidencia la aurora del nuevo mundo social y su recaída a la domesticación de la propia mirada hacia el mundo. Para Valéry esto suponía la antesala del horror de un colapso civilizatorio; para nosotros, quienes vivimos en el fin de la secuencia moderna, es la entrada al mundo de la legibilidad y del intercambio adaptado a la fuerza abstracta del ascenso del ser social.
Artes plásticas
Carlos Bejarano Calvo / Truenos: ruidos, sonidos y modos de escucha en la creación sonora
Estética, Música, SonidoA partir de una práctica artística personal con el sonido del trueno en los campos de la música concreta y el arte sonoro, este artículo presenta una interpretación libre en torno a este fenómeno atmosférico que acompaña a la humanidad a largo de su existencia. El trueno siempre ha estado presente en la vida cotidiana como un hecho contundente que marca drásticamente el paisaje. Es asociado a los poderes de la creación del mundo y en prácticamente todas las mitologías y religiones existen deidades portadores de sus poderes con diversos rituales que lo ponen en escena para reivindicar sus potenciales. En este artículo, se abordan ejemplos del campo del arte que han trabajado con el sonido del trueno, como el teatro, el arte sonoro y las músicas experimentales, y se exaltan el deseo y el gusto de crear y experimentar con esta compleja, potente y significativa materialidad sonora.
