Aldo Bombardiere Castro / Divagaciones: Hechos, posmodernidad, historia

Filosofía, Política

Hechos

¿Dónde reside la fuerza de los hechos sino en la rigidez de aquella mirada que nosotros, casi sin saberlo y durante siglos, hemos ido proyectando sobre ellos? ¿Acaso aún los hechos son capaces de hablar por sí mismos? ¿Aún son capaces de decir algo diferente de lo que dicen -nunca terminan de decir- las palabras? Y sí, si pudieran aportar algo distinto que las palabras, ¿acaso los hechos no estarían condicionados, desde su inicio, por la experiencia de la primera persona que los vivencia, ejecuta o padece? Y en ese mismo sentido, ceñido a la vivencia en primera persona, ¿acaso no sería más apropiado hablar de la singularidad de la experiencia antes que de la fuerza demostrativa, y hasta probatoria, de un hecho? Pero, al contrario, si los hechos nunca pudiesen decir con claridad algo distintos a lo que dicen las palabras, entonces ¿para qué hablar de hechos, por un lado, y de palabras, por otro? Tal vez en la misma noción de “hecho”, y sobre todo de “hecho histórico”, siempre esté existiendo de antemano una configuración lingüística, una suerte de a priori hermenéutico: como si cuando afirmamos que “los hechos históricos nos han dado la razón”, tal razón, en realidad, no estuviese siendo dirimida por un supuesto tribunal de los hechos, sino por el de una razón en sombras, solapada y hasta siniestra, la cual, incluso sin proponérselo, ha forjado el concepto de “hecho” bajo el inadmisible criterio de su propio interés y beneficio, de su propia imagen en difusa semejanza.

Rodrigo Karmy Bolton / Teología de la historia. La historiografía de Mario Góngora como una Apocalíptica

Filosofía

En la presente comunicación me baso en la idea de Emanuele Coccia desarrollada en La transparenza delle imagini. Averroe e il averroismo, según la cual, la historiografía –como el conjunto de las ciencias sociales nacidas en el siglo XIX- constituye la continuación de la teología por otros medios. Su fuerza sancionadora, distribuidora de justicia y, sobre todo, su articulación cronológica en la forma de la colección autoral, hace de la historiografía un dispositivo teológico-político que asume la forma de un tribunal: “La teología –escribía Feuerbach en su texto La esencia del cristianismo- ha sido convertida, hace ya mucho, en una antropología.” Pero, precisamente porque la teología habría sido convertida en antropología, también debería ser cierto la tesis exactamente inversa: que, como bien sabía Marx respecto de Feuerbach, la antropología nos conduce irremediablemente a la teología.