Pedazos de palabras, ritmos ensordecidos, cuerpos encerrados; el presente ha llegado a la boca del lobo. Los pasajes que presentamos a continuación son derivas de un “gran encierro” que contempla a través de la ventana la mutación radical y veloz del mundo en el que vivimos.
Nada está en su lugar
Un virus y una revuelta atraviesan al país. Un microorganismo de material genético que se inserta al interior de una célula y la infecta; una irrupción popular dentro de un Estado que no la acoge; virus y revuelta son, en realidad, dos nombres para el siglo XXI. Células invadidas por un extraño que les amenaza; Estados maltrechos atravesados por extranjeros que les destituyen, virus y revuelta son el nombre de la misma espectrología. Un virus no es una célula, sino un ensamble molecular. Es algo que no alcanza a estar “vivo” en la medida que la célula -y solo ella dirá el saber biológico- constituye su unidad más primordial. Una revuelta no es un partido ni tampoco un régimen.