Como era de esperar y como tratamos de recordar a los que prefirieron cerrar los ojos y los oídos, la llamada fase 2, es decir, la vuelta a la normalidad, será aún peor de lo que hemos experimentado hasta ahora. Dos puntos entre los que se están preparando son particularmente odiosos y en flagrante violación de los principios de la constitución: la posibilidad de desplazarse limitada por grupos de edad, es decir, con la obligación de que los mayores de setenta años permanezcan encerrados en sus casas y la cartografía serológica obligatoria para toda la población. Como se señaló en un llamamiento que circula actualmente en Italia, esta discriminación es inconstitucional porque crea un grupo de ciudadanos de clase B, mientras que todos los ciudadanos deben ser iguales ante la ley, y de hecho los priva de su libertad con una imposición completamente injustificada desde arriba, que corre el riesgo de perjudicar la salud de las personas en cuestión y no protegerla. La reciente noticia del suicidio de dos personas mayores de 70 años, que ya no podían vivir aisladas, lo atestigua. Igualmente ilegítima es la obligación de realizar una cartografía serológica, ya que el artículo 32 de la Constitución establece que nadie puede ser sometido a un examen médico salvo por disposición legal, mientras que una vez más, como ha sido el caso hasta ahora, las medidas se establecerían por decreto gubernamental.
Además, sigue habiendo restricciones en cuanto a las distancias que deben mantenerse y prohibiciones de reunión, lo que significa la exclusión de toda posibilidad de actividad política real.
Es necesario expresar sin reservas nuestro desacuerdo con el modelo de sociedad basado en el distanciamiento social y el control ilimitado que se va a imponer.
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Fuente: Quodlibet.it
Imagen principal: Mederic Turay, Covid-19, 2020