“Los vencidos sabrán disfrutar del umbral de la tierra del ultimo sabor que el habitar deparó para ellos”, Rodrigo Karmy
La intifada planetaria o el devenir insurgente del mundo, que desafía y pone en suspenso las lógicas soberanas de sacralización y sacrificio de toda forma- de- vida, intensifican las luchas que los diversos pueblos de la tierra despliegan por la justicia y el derecho de exigir una vida digna de ser vivida en el mundo, arrasado por el nómos de la excepción permanente y la violencia de la lengua imperial asediante.
La potencia que la “escritura” de Rodrigo Karmy despliega en el “Nudo del mundo”, un texto que se sostiene en una seguidilla de ensayos críticos y abiertos a la discusión pública, armados desde Ediciones Escaparate, y que, animados por el deseo de la sublevación y el anhelo de resistir los embates del genocidio en curso sobre el pueblo palestino, articulan una topología de la resistencia que excede el paradigma del reconocimiento y las equivalencias reparatorias de la retórica “humanitaria”.
Palestina, se sitúa aquí, en el nudo de la violencia colonial, y desafía, “exponiendo” el desgastado esqueleto del orden mundial integrado; “exhibiendo” el vaciado discurso imperial norteamericano, los dispositivos que “sostenían” el simulacro de la democracia liberal, como escena larvada del apocalipsis planetario y la expansión impúdica de la voracidad del capital por todos los rincones de la tierra.
La segunda venida del trumpismo, seria a esta luz la repetición cómica, -como farsa- de la vocación de guerra de su máquina imperial, que está vez vuelve mostrando al desnudo su afición bélica y el goce de la reiteración sin límites de convertir al mundo en el espectáculo mediárquico de su exterminio:
“El carácter apocalíptico del trumpismo se anuda internamente con la violencia de su “segunda venida” que solo puede exhibir al mundo el vacío de un culo. El agujero abierto después de apartar el velo, las mediaciones liberales que sostenían el simulacro del discurso imperial”. Karmy, El culo de Trump.
Así, una de las premisas fundamental que se desprende del texto de Karmy estaría atravesada por el problema del Trumpismo como deriva fascista de la temporalidad del capital y su performance bélica de la destrucción total del mundo, vale decir, el trumpismo exhibiría al desnudo el “culo” del poder por las avenidas fragmentadas de la maquinación tecno-imperial, en este sentido una de las operaciones de la escritura de Karmy, sería la de revelar en su plena desnudez, el funcionamiento de la gubernamentalidad neoliberal totalitaria- los neofascismos y sus actualizaciones reaccionarias- despojándolas de sus dispositivos gloriosos- el de la liturgia de su espectáculo- para exhibirlas en el vacío de su violencia imperio-colonial , a la vez que pensar a Palestina como el topos – o lugar sin lugar, desde donde se articula una cierta imaginación popular, a partir de la cual arranca la potencia emancipatoria de los pueblos que trazan resistencia frente a la “planetarización del capital” y sus “técnicas de anexión” :
la toma de tierra de la que aquí se trata es la de la anexión. Por eso Trump mira a Netanyahu, por eso los nuevos anex- sionistas parapetados en los nuevos movimientos neofascistas, miran a Israel y lo “defienden” a toda costa. Admiransu tecnología, glorifican su guerra, justifican sus múltiples masacres. Karmy, Anex-sionismo.
“La guerra civil planetaria” que ya no se puede entender como un ejercicio bélico entre los estados soberanos, sino como una escalada de violencia y exterminio que tiene como excusa de aniquilación, la del “enemigo de la humanidad”, es decir, al no blanco, hostil a la metrópolis civilizada; el “terrorista”, ajeno al ethos secular y racional “occidental” europeo, que ya no habitaría en una exterioridad, o en un afuera del poder y el despliegue del capital, sino que se “albergaría” y desarrollaría desde el interior mismo de su máquina de muerte, pudiendo designar así, bajo esta episteme de integración sacrificial, como próximo blanco de su aniquilación, a cualquier pueblo que se le designe tal signatura- “todos los pueblos devienen Gaza”- a este propósito securitario y expan-sionista del imperio, ya no del imperialismo localizado a la usanza del viejo orden geopolítico sobre determinado por el nómos de la guerra fría y el conflicto central, que urdía sus tenazas invasoras desde un centro identificado de opresión, que ahora ya, desajenciado, biopolítico y disperso, en una articulación ubicua y desterritorializada de la dominación, promueve su guerra cibernética- de gobierno y conducción del mundo, dejándonos sin mundo- desde el paradigma de la integración global del sacrificio y la sumisión:
¿Acaso las mineras en Chile, acaso las aseguradoras de salud y, sobre todo, las de pensiones, son, “chilenas? –señala Karmy.
Y más abajo:
El capital financiero es el capital más veloz en el proceso de anexión vía la especulación trasnacional. Pero tal capital solo puede hacerlo si tiene una diversidad de dispositivos policiales y militares. Hoy día ambas fuerzas están de suyo anexadas entre sí, dispuestos a hacer efectiva la toma de tierra.
A estas nuevas formas de articulación de la razón imperial y de la “integración” necro política a las cadenas de la anexión capitalista, Karmy, denominará en su ensayo; el devenir nakba del mundo, o guerra civil planetaria- “fase autoritaria del capitalismo actual”- caracterizada por los imperativos de conquista y apropiación de territorios, constitutivos del expediente racista de la razón colonial orientalista que posibilitará la aceleración bio-política de los patrones de acumulación por anexión, en “la nueva era de la toma de la tierra”.
La cuestión palestina, en sus múltiples formas de resistencia, nos sugerirá Karmy, nos revela el revés, o el inverso subversivo de “la toma de la tierra”; el de habitarla en la potencia común y material de la intifada, como sublevación irreductible de la vida que escapa de la facticidad del exterminio, y que exhibe a su vez, a pleno rostro descubierto, la complicidad fascista de la máquina sionista y los dispositivos tecno-expansionistas del aparataje imperio- colonial capitalista:
Así, nos encontramos en el devenir nakba del mundo donde “nakba” coincide punto por punto con la violenta historia del capitalismo cuyas formas neocoloniales funcionan para la devastación del planeta.
En este sentido, nos advierte, karmy, el devenir nakba del mundo implicaría la puesta en práctica de una estética del genocidio como continuum- y no excepción- de la catástrofe en la historia. “La educación genocida, puesta en obra como “imagen total y sacrificial” de la nakba, deviene dispositivo de naturalización de la muerte y el horror; la subjetivación sádica del goce mediático de la matanza:
En este sentido, la expresión “genocidio en vivo y en directo” designa un programa de normalización del deseo o, si se quiere, una nakba irrigada en la dimensión micropolítica en la que se juega nuestra afectividad. Odiar al otro, odiar a los palestinos que están interrumpiendo a los supuestos dueños de la Tierra.
A esta luz, la interpelación política decisiva que Karmy despliegua en el texto, refiere directamente a la perseverancia que la imaginación sublevada de la intifada palestina, en el medio de la nakba globalizada, desata sobre la potencia común e insurrecta de los pueblos no dispuestos a la dominación; una escritura que des-encarna los códigos de la domesticación de los cuerpos para des-soberanizarlos en una “poética de la tierra” sin teleología de subordinación. Palestina abre al mundo el estallido de una habitar sin deseo de conquista, despierta una erótica de lo común, una revuelta de la potencia de los cuerpos que se contagian en la belleza sucia de una lucha que excede el orden cultural e identitario del dispositivo étnico – religioso promovido por el poder, pues los combates de la resistencia que el pueblo palestino libra contra la violencia imperial del estado racista de Israel, se juega en un conato de rebelión “trans – étnica y trans- religiosa” que desactiva la imagen occidental de la representación ilustrada de las sublevaciones, siempre ungidas bajo la égida de una cierta secularización inmunizada de la “excrecencia” bárbara que porta la vida desnuda y pagana del no sujeto excluido de la razón revolucionaria europea:
La izquierda occidental ha sido profundamente anti-religiosa y por eso, incapaz de articular alianzas de clase que le permitan ir más allá del actual estado de cosas.
Y más abajo:
En los movimientos de resistencia de la Franja de Gaza y Cisjordania hoy se articulan en tres grupos que actúan conjuntamente: movimientos islamistas, marxistas y nacionalistas (Fatah). Se ha producido una solidaridad arraigada por una misma pasión, la pasión por la liberación de Palestina.
Palestina es el nudo del mundo, “la topología de la imaginación sublevada” en el medio del despliegue de la nakba planetaria; la mónada que cristaliza la intensificación de la catástrofe global y la devastación consumada de la colonización sionista, animada por el concierto general de la mutación fascista en la era de la soberanía trumpista; bélica, militar- supremacista y securitaria a la hora de apropiarse de la tierra. Sin remilgos liberales, la maquina imperial despliega con todas sus fuerzas el poderío de la dominación total del mundo y sus formas de habitarlo.
Así, la pregunta que queda abierta, a partir de la lectura de estos ensayos críticos, y en plena implosión de la razón civilizatoria y el “régimen de los Derechos Humanos” fenecidos, podría ser; ¿Cuál es el lugar que queda en el mundo para una “forma – de- vida”, para un sublevarse, para inventar un clinamen subverso- Amable- que desactive y altere las tecnologías estetizantes de los modos normalizados del horror en curso al que hoy estamos siendo arrastrados?
Pareciera que, Karmy nos sugiere que no basta con objetivar la violencia y seguir insistiendo, en este contexto de destrucción del mundo, en la retórica abstracta de “la cuestión de los Derechos Humanos” y su falta de funcionalidad en el “orden internacional”. Es precisamente esta concepción de Derechos Humanos concebidos desde una “antropología caída” en la abstracción, escindida de un mundo en común y de la lucha material de los pueblos por la justicia, es que los derechos de los despojados de la tierra ya no pueden funcionar. Hacer inteligible una política de la resistencia y la rebelión que exhiba la violencia colonial y sus lógicas míticas y naturalizadas, es, justamente comprender que la lucha por los derechos y la dignidad exceden justamente al hombre abstracto, separado y victima promovido por el paradigma humanitario, cómplice del imaginario imperial del exterminio.
Frente a la comprensión de los Derechos Humanos, centrada en la doctrina de la reparación del sujeto víctima de la violencia soberana, nos dirá Karmy, en un intenso diálogo con Marx, mediado por las reflexiones que Hannah Anaredt realiza sobre la cuestión judía, está la concepción del derecho y la justicia como expresión de la lucha de los pueblos en la historia. Es precisamente “la cuestión Palestina”- la de su catástrofe- la que pone en el centro de la reflexión este giro en la comprensión de los derechos como potencia que excede al propio derecho burgués de la abstracción liberal, para situar el problema de la justica como lucha de los pueblos centrada en la rebelión y la insistente resistencia de los “vencidos” en la historia.
“El Nudo del Mundo” es un pequeño libro que, sin embargo, intenta proponer breves trazos de nuestro tiempo. Un tiempo en el que prima el reino de la fuerza y donde el trabajo del pensamiento –cuando se trata de un trabajo apasionado- coincidirá punto por punto con el trabajo de resistencia.
Este texto es una reseña de El nudo del mundo. La cuestión palestina en la era del trumpismo de Rodrigo Karmy Bolton, Ed. Escaparate, 2025.
Imagen principal: Safia Latif, Climbing, 2025.

