En un reciente texto titulado Gaza y el derecho internacional, Mauricio Amar cuestiona la vigencia del derecho internacional con respecto a continua destrucción de Gaza y concluye con una notable afirmación: “El derecho internacional sigue funcionando porque cumple un rol, pero como era evidente, a pesar de esa secreta esperanza, su centro ha sido siempre vacío”. Me gustaría agregar una breve adenda a esta tesis para así contribuir a la precisión analítica que exige el tema. En primer lugar, es fundamental subrayar que la génesis del derecho internacional de la posguerra y la usurpación del territorio palestino son unidades contrapuestas en un sentido específico: esto es, que la fundación de un nuevo estado soberano en 1948 tiene lugar en un momento histórico en el que ya la “toma de tierras” había sido ilegalizada por el propio derecho internacional mediante el Pacto de Kellogs (1928). El mismo Kojéve – que terminaría siendo un funcionario de la política fiscal francesa en el incipiente mercado europeo – en su momento llegó a decirle a Carl Schmitt que la imagen del futuro no sería la de expansiones y asentamientos territoriales, sino la de una paz administrada y homogénea de grandes espacios con la finalidad del consumo y la producción [1]. Esta era la convicción de las élites occidentales de la posguerra.
No deja de ser curioso que al comienzo del primer mandato presidencial de Donald J. Trump en 2017, dos eminentes teóricos del derecho público norteamericano, Oonna Hathaway y Scott Schapiro, publicasen, bajo el título The Internationalists: How a Radical Plan to Outlaw War Remade the World (2017), una voluminosa historia de la génesis de la prohibición de las guerras y de las usurpaciones territoriales en el derecho internacional, en el que favorecen la victoria “planetaria” occidental tras la Guerra Mundial contra la Alemania Nacional Socialista. Desde luego, obligados a confrontar la inexorable presencia de guerras y conflictos bélicos desde 1945, es igualmente sorprendente que Hathaway & Shapiro, en un libro de casi 600 paginas, le dediquen apenas dos líneas al caso Palestino, que para ellos representa un ejemplo de lo que llaman “botched handoffs” del proceso de descolonización, que pudiera traducirse como el caso de la “salida chapucera”. Pero para nuestros propósitos, sin embargo, lo que es realmente atendible del comentario de los autores es cuando escriben que el territorio de Palestina ya desde el comienzo suponía un “agujero negro legal” para el derecho internacional. Traducimos: “Palestina devino un agujero negro legal, un territorio en el que la cadena de la soberanía se había roto” [2]. ¿Qué significa, entonces, que Palestina sea un agujero negro en el tejido del derecho internacional? Esta pregunta, que a la luz de la destrucción sobre la forma de la vida de los gazatíes nos parece tan banal como inobjetable, es pasada por alto por los autores, como si, en efecto, el “agujero negro legal” fuese ya pretérito y lejano, y por lo tanto ya enmendado en los vaivenes de la historia.
Y, sin embargo, Palestina es ciertamente ese “agujero negro” que una y otra vez se sutura de muchas formas: mediante la guerra y la ocupación; mediante el control de las infraestructuras y de la movilidad; mediante la nueva inteligencia bélica y el espionaje; mediante los chantajes morales y las justificaciones que legitiman el uso de la fuerza contra un enemigo invisible, cuya mera existencia en el mundo, en el vacío de las categorías del derecho moderno, debe ser desfigurado y revestido a la vez. Así, es completamente coherente que uno de los autores de The Internationalists justo hace unos meses haya escrito un artículo académico ofreciendo “recomendaciones” [sic] sobre el ascenso de una nueva “dualidad delos objetivos” en la guerra (aplicable a las intervenciones de Israel sobre Gaza), que ya no distingue entre ciudad y campo de batalla, centros de detención y hogares, ciudadanos y combatientes del ejército, la intervención humanitaria y la pulsión de expulsar a todo un pueblo [3]. En esa nueva dualidad ciertamente están “Gaza” y el “mundo” que el derecho internacional busca administrar de forma efectiva. Por eso Gaza no es un blanco “más” en la decadencia vigente del derecho internacional, sino que es el retrovisor de una maquinaria tan letal como etérea.
Notas
1. «Kojéve-Schimtt Correspondence», Interpretation, Vol.29, Otoño 2001, 94-95.
2. Oonna Hathaway & Scott Shapiro. The Internationalists: How a Radical Plan to Outlaw War Remade the World (Simon&Schuster, 2017), 35
3. Oona Hathaway & Azmat Khan. «The Dangerous Rise of “Dual-Use” Objects in War», The Yale Law Journal, Vol.134, June 2025: https://www.yalelawjournal.org/article/the-dangerous-rise-of-dual-use-objects-in-war
Imagen principal: Taysir Batniji, Traces, 2000

