Mauro Salazar J. / Piazzolla. Nacional-cosmopolitismo

Estética, Filosofía, Política

«(…) para mí los afectos son devenires, que desbordan aquél que pasa por ellos, que exceden las fuerzas de aquél que pasa por ellos: eso es un afecto. yo me preguntaría casi si la música no será la gran creadora de afectos, si no nos arrastrará hasta potencias que nos superan.» Gilles Deleuze, «Idée», L’abécédaire de Gilles Deleuze.

Los trayectos de Astor Piazzolla, si es que puede hablar de trayectos y el término no traiciona lo que se movió sin trazar línea recta, comprenden una compleja trama de enjambres entre música popular, saberes expertos y plásticas cosmopolitas. En el caso de Piazzolla, y cabría detenerse aquí, para pensar lo que esto implica, el bandoneón, en tanto órgano portátil entregado al viento, deviene en una revuelta anti-hermenéutica. Justamente habría que nombrar lo que llamaríamos una organología afectiva que atiende a los artefactos en su densidad irreductible: el bandoneón como máquina afectiva atraviesa los cuerpos sonantes sin pasar por la mediación del concepto. La organología piensa el Doble A en su densidad diagramática (sus pliegues, sus contracciones, su respiración trabajosa) como aquello que inscribe en lo audible, lo que excede toda representación, como artefacto que traza fugas, que resiste -que debe resistir- toda idealización hermenéutica. De un lado, el Doble A es la técnica como ontología y, de otro -siempre de otro-, el despliegue de una tecnología que trasciende la metafísica del significado, organizando la economía de los cuerpos mediante efectos rítmicos y sensibles, donde el bandoneón provee líneas de afecto. El instrumento en su infraestructura y soporte parlante, en su densidad material que resiste toda idealización, diagrama la experiencia de la danza desde la semántica del fuelle —desde ese materialismo sensitivo que atiende a lo que vibra, a lo que respira, a lo que se contrae—, y no desde el axioma de adjuntar baile y letra (significado). Esto guarda un parecido de familia con la «Escuela de Berlín», por cuanto el diálogo con el materialismo mediático alemán (Kittler).

Mauro Salazar J. / Decaro-Piazzolla. Zona de vanguardias

Estética, Filosofía, Política

Hacia 1880 Buenos Aires -año de la federalización- se comenzaba a comportar como la capital legal de la Confederación. Una ciudad cosmopolita, de incipiente aspecto europeo y cercada por un cinturón malviviente. Argentina se encontraba al servicio del mercado transatlántico. El tono que tenía ante el visitante de afuera o de adentro, era la orilla del mundo. Para Il Novecento,la concepción lingüística de los contingentes nómades fue el políglota, no siempre como lunfa-hablante, sino como aquel que se convierte en la condición engañosa de la lengua (mapas alteridad, extrañeidad y extranjeridad).

Bajo este “arco de temporalidad”, la ciudad portuaria fue un suburbio de luces amarillas, matarifes, cuchilleros, proxenetas, delincuentes sicilianos, puñetazos y conventillos que, más vale interrogar, con mal de hipérbole y sensibilidades expresionistas. El puerto, los astilleros y diques, fueron el “cementerio de las naves” que brindaban una “lengua franca” (Arlt). La expansión suburbana fragmentada en una trama aduanera, ensombrecida bajo la ferocidad de Hipólito Yrigoyen (1916-1922) puede ser concebida desde “novela rusa” (“realismo ante hacinamientos, marginalidad y criminalidad”). Las tensiones entre vocabularios policiales y figuras retóricas se entronizaron con los binarismos de la modernidad o tradición, la ciudad o el desierto, aquello que Borges denominó “orilla” para describir el límite entre la ciudad y la pampa. En medio de la brecha entre las planificaciones del Centenario, y el excedente de metáforas, la “deformidad física material [será] la deformación interior” -dice Mirta Arlt en 1964. Entonces, la reapropiación estética de los espacios hizo del suburbio uno de los temas recurrentes de la literatura y las artes plebeyas. Boedo encarnaba la implacable sordidez del arrabal donde los condenados a una vida gris abrazaban la humillación como una forma de autorreconocimiento.

Mauro Salazar J. / Piazzolla sin subsidios parisinos. Movimiento y contemporaneidad popular

Estética, Filosofía, Política

«Vendrá el tiempo en que las almas se tocarán sin la mediación de los sentidos» A ti, a ti (f.c)

1921. Assemblage.

Deleuze y Guattari nombran al ensamblaje como una constelación de singularidades y rasgos deducidos del flujo ‘seleccionados, organizados, estratificados de tal manera como para converger, artificial y naturalmente’. Solo existe la creación. Si el ensayo es una escritura -una promesa de sentido- que al producir se produce, el ritmo es la respuesta al compás dogmático. El ritmo es crítico (Deleuze & Guattari, 1987, 13). No podemos olvidar el interés de Paul Klee cuando en alusión al movimiento nos decía, “nos falta esa última fuerza, buscamos ese apoyo popular, hemos comenzado en la Bauhaus, no podemos hacer más…(nota 38 MM). La música es la desterritorialización del estribillo, y en este sentido el estribillo es el bloque de contenido propio de la música (MP 368; 299). El estribillo territorializa el caos en la formación de un medio.

Mauro Salazar J. / Fuera de código. Piazzolla. Pantaleón

Estética, Filosofía, Música

Astor.

a esa dulce amistad,

F.C

Piazzolla. Entre Mar del Plata y New York. La Calle 8 de St. Mark ‘s’ Place. Camorra. Vicente Nonino junto a Nicola Scabutiello. Un inmigrante ‘tano’. Juegos de billar, relaciones obliteradas con la mafia. Rubatos, barroquismos y urbanidades. La cadena siciliana y el Pizzicato. Modernidad esquizofrénica. La Octava Avenida, Nueva York, Elia Kazan, Al Johnson, Gershwin, Sophie Tucker que cantaba en el ‘Orpheum’, «un teatro que estaba a dos pasos de nuestra casa. Todo esto, junto con la violencia y el aspecto oscuro e impresionante que caracteriza a Nueva York, todo esto está en mi música, en mi vida, en mi forma de ser, en mis reacciones. Crecí dando golpes y defendiéndome. ¡Todavía es así hoy en día! » le dice a [su hija] Diana Piazzolla (Astor, 2002, 32).

Mauro Salazar J. / Piazzolla en 1973. Golpe y actualidad

Estética, Filosofía, Política

a Nelly Richard

pulsión de escritura.

Il Pleut sur Santiago es una filmografía (1975) sobre el tiempo que invoca la identidad del exilio chileno tras el Golpe de Estado. Es una producción de Helvio Soto que se inscribe en el tiempo ininterrumpido del exilio y en la necesidad de generar efectos de representación para testimoniar la insondable tragedia de 1973. Aquí el tiempo es un tópico prevalente, perenne, inhabitable. El tiempo no provee ningún porvenir mientras no sea posible reconocer en el pasado un sentido de futuro.

El título del film acompasa un movimiento de visualidades y significados que articulan tiempo e historia en una fábula de imágenes. La lluvia interminable es el telón de fondo y su monótono repicar abraza el descenso en la inmanencia como huella siniestrada de la historia. Un conjunto de sucesos ruines donde ya no es posible organizar un campo semántico.

Mauro Salazar J. / Astor Piazolla. Organologia del Golpe.Il Pletut sur Santiago

Filosofía, Política

a Charlotte…

Il Pleut sur Santiago es una filmografía (1975) que invoca la atribulada identidad del exilio chileno. El documental vio la luz en Francia y Bulgaria, y su estreno fue en diciembre del mismo año. Una producción de Helvio Soto que se inscribe en el tiempo ininterrumpido del exilio.