Giorgio Agamben / La invención del enemigo

Filosofía, Política

Creo que muchos se han preguntado por qué Occidente, y en particular los países europeos, al cambiar radicalmente la política que habían seguido durante las últimas décadas, decidieron de repente convertir a Rusia en su enemigo mortal. En realidad, una respuesta es muy posible. La historia demuestra que cuando, por la razón que sea, fallan los principios que aseguran la propia identidad, la invención de un enemigo es el dispositivo que permite -aunque sea de forma precaria y, en última instancia, ruinosa- hacerle frente. Esto es precisamente lo que está ocurriendo ante nuestros ojos. Es evidente que Europa ha abandonado todo aquello en lo que creía desde hace siglos -o, al menos, creía creer: su Dios, la libertad, la igualdad, la democracia, la justicia. Si la religión -con la que Europa solía identificarse- ya no es creída ni siquiera por los sacerdotes, también la política ha perdido hace tiempo su capacidad de guiar la vida de las personas y los pueblos. La economía y la ciencia, que han ocupado su lugar, no son en absoluto capaces de garantizar una identidad que no adopte la forma de un algoritmo. La invención de un enemigo contra el que luchar por cualquier medio es, a estas alturas, la única manera de colmar la angustia creciente ante todo aquello en lo que ya no se cree. Y ciertamente no es una prueba de imaginación haber elegido como enemigo al que durante cuarenta años, desde la fundación de la OTAN (1949) hasta la caída del Muro de Berlín (1989), permitió que la llamada Guerra Fría, que parecía, al menos en Europa, haber desaparecido definitivamente, se desarrollara sobre todo el planeta.

Mauro Salazar J. y Carlos del Valle R. / Enemización y nuevos colonialismos. Más allá del malestar

Filosofía, Política

Los estados de insurgencia, intifada y revuelta nos demandan una nueva categorización que busca trastocar las complacencias habermasianas del malaise, como así mismo, la conflictividad “anestesiante” de los Think Tank. Ello también se extiende a los agonismos crítico-liberales que hoy ficcionan disputas entre adversarios. Tal necesidad, se funda en un agotamiento categorial del programa moderno y el tiempo histórico concebido como sustancia o fuerza teleológica. De allí, la necesidad de revisar los silogismos del orden y reubicar el mal-estar, más allá de su vocación pedagogizante, donde destacan las fisuras de la modernización chilena y su extensión regional (1990-2019). El malaise, y su impronta elital, se asemeja a una democracia para “domesticar cuerpos” y producir dispositivos biomédicos. En cambio, el momento actual, reclama otros utillajes, aquellos que deben responder a los “trastornos geopolíticos del Antropoceno” que implica descifrar un cúmulo de nuevas incertezas socio-epistémicas en medio de destructividades primarias, sedimentaciones, o potenciales guerras como figuras constitutivas de todo conflicto.