Monica Ferrando / Tres sonetos

Poesía

Con una persona…

Con una persona que nunca responde

ya no se habla, solo palabras

momificadas de signos contados

dormidos en el silencio, a la frustrada espera

El murmullo se apaga en un mar

de pérdida constante que siempre regresa

a una oreja que orienta en libertad

a la mente en su expresión desordenada

Y sin embargo resta una imagen tuya

detrás del velo del silencio informe

como la puntuación dentro

de una extraña historia interrumpida. Deforme

destino de las figuras. Bebo el alquitrán de hulla

de tácitas memorias que se asoman.

Monica Ferrando / Cuatro entradas sobre la chôra

Estética, Filosofía

1 de Abril. Sin imaginación no hay pensamiento de la «chôra» .

En la tercera especie, en la que es el devenir visible el que acontece incesantemente, son las imágenes, es decir, el resultado de la imitación (mimèmata). El nombre de esta «tercera especie» fue, según Aristóteles, el de hyle, término nunca utilizado por Platón salvo en el sentido de «materia para la construcción» (69b) y adoptado, en cambio, por Aristóteles como sinónimo de chôra (Física 209b, 11-16). La concepción de esta tercera especie definida por Platón como «difícil e incierta» (49a) resplandece en la Enéada III de Plotino a propósito de la idea de «grandeza», donde «materia» e imaginación parecen superponerse, revelándose en la virtud omniabarcante del alma, en la que sólo las formas acceden a la palabra, que sigue siendo el único anclaje firme de las ideas despertadas por ella. Leemos en Plotino: “Tampoco se identificará con la Magnitud misma, porque la Magnitud es una Forma, y no algo receptivo. Además, la Magnitud es magnitud por sí misma, no magnitud de un modo determinado. Sólo que, como la Magnitud sita en la Inteligencia o en el Alma desea tomar magnitud, por eso dio poder a los seres que sienten una especie de deseo de imitarla, aspirando a ella o poniéndose en marcha hacia ella, para que inyectasen en otra cosa su propio sentimiento. En consecuencia, en el curso de su manifestación progresiva, la Magnitud hizo que la pequeñez de la materia emprendiese el mismo curso en dirección, justamente, a esa misma magnitud. […] El color proviene de un principio que no es color, y la cualidad sensible, de un principio que no es cualidad; más por el hecho mismo de manifestarse, tomaron un nombre que les viene de sus principios. Pues lo mismo le sucede a la magnitud, la cual proviene también de un principio que no es magnitud o lo es meramente de nombre. Es que las referidas manifestaciones son consideradas como intermedias entre la materia misma y la forma misma. Se manifiestan porque provienen de allá pero son engañosas porque el sujeto en que se manifiestan no es real. Ahora bien, las cosas particulares toman magnitud porque se dilatan en virtud de la potencia de las imágenes que se reflejan y se hacen sitio, mas se dilatan en todas direcciones sin violencia porque el universo existe por la materia. Cada imagen determina una dilatación proporcional a su potencia, y esta potencia la posee como propia, pero la recibe de allá. La causa de la aparente magnitud de la materia estriba en el reflejamiento de la Magnitud, y ésa es la magnitud refleja, la magnitud de aquí. Mas la materia, sobre la cual la magnitud se ve obligada a coextenderse, se brinda a ello toda a la vez y en todas partes. Esto se debe a que es materia y materia de algo determinado, pero no algo determinado» (Enéadas, III, 6, 17-35). Al mostrar que está empujando a la materia hacia un estado de absoluta pasividad que podría preludiar peligrosamente la res extensa cartesiana, Plotino revela esa inseparabilidad de la chôra de las imágenes y del poder de la imaginación, así como lo demuestran los pasajes del Timeo en los que la palabra, partiendo de su aspecto propiamente literal, sigue siendo el punto crucial e inatacable de todo discurso sobre la naturaleza de las cosas.

Monica Ferrando / Por una pintura conceptual sin porqué

Arte, Estética

«Por«. Mediante el uso de esta preposición queremos indicar una perspectiva abierta a un espacio del no-saber, ya sea del no-todavía, del ya-siempre o del aquí y ahora.

«Una«. Este artículo indeterminado afirma lo genérico y lo abierto, aquello rigurosamente privado de una determinación de la naturaleza de la cosa.