Colapso y Desvío / El 18 de octubre: fractura de la relación social capitalista

Filosofía, Política

Este texto es un fragmento corregido del libro Tratado para las Juventudes en Sublevación, publicado en 2024 por la editorial chilena «Sapos y Culebras».

«Adiós aquí, no importa adónde. Reclutas de

buena voluntad, nuestra filosofía será feroz;

ignorantes por la ciencia, pillos por el bienestar;

que reviente el mundo que avanza. Ésta es la

verdadera marcha.

Vamos, ¡adelante!».

Arthur Rimbaud, Democracia.

La necesidad por comprender las causas del octubre del 2019 y que sumó a Chile a un ciclo de luchas globales que ocurrían paralelamente no se debe únicamente a una reivindicación izquierdista de la revuelta, sino que es esclarecer la naturaleza del levantamiento y su escala real, incluyendo el rol que tuvieron las juventudes dentro de esta crisis generalizada. Así también, entender el proceso de restauración de fuerzas del capitalismo, relacionado con el desenlace de la revuelta y la respuesta inmediata que se tuvo a esta desde sectores que conforman el macabro cuerpo político defensor del orden “público”.

Nos enfrentamos con la mitificación de ciertos momentos concretos de lo que fue la revuelta chilena, como también a sus protagonistas, otorgándoles una comprensión irreal y a ratos sobredimensionada. Sin querer con ello opacar el hito histórico que representó, consideramos que, con el paso del tiempo, se ha dado una interpretación a los hechos del 18O que tiende a darle un carácter más revolucionario de lo que realmente fue. Así, ocurre comúnmente a la hora de hablar de la evasión del metro, hito que rápidamente generaría una reacción ambivalente entre los “profesionales del espectáculo”, muchos de ellxs haciendo uso de manoseados conceptos como “delincuencia” y “desobediencia civil” para su capturarlo, o bien, para criminalizarlo.

Alejandra Castillo / Democracia y revuelta

Filosofía, Política

A seis años de la revuelta de octubre

La democracia y la revuelta no parecen ir juntas. Solemos imaginar escenarios distintos para una o la otra. La democracia es participación ordenada, de pasiones moderadas. La revuelta es ebullición y desorden. Lo que la democracia establece, la revuelta suspende. De habitual, la democracia es asociada a la estabilidad lograda por acuerdos consensuados. La revuelta es agitación y destitución. Si la democracia instala, la revuelta altera. La temporalidad de la democracia y la revuelta parecen diferir también. El tiempo de la democracia se organiza en un devenir planificado. El tiempo de la revuelta es acontecimental. En El día de antes de la revolución, Ursula K. Le Guin imagina el tiempo de la revuelta en Laia Odo; su cuerpo es figura y memoria de la revolución anarquista1. El día antes de la revolución es ella, su cuerpo. Si bien la revuelta toma lugar sin avisar, hay un cuerpo que la vuelve posible. Historias, privadas y comunes, afectos propios y ajenos, resistencias grandes y pequeñas van dejando huella en ese cuerpo que hace posible el acontecimiento de la revuelta. El acontecimiento para que advenga necesita un cuerpo. De tal modo, el día después de la revuelta, el día en que se instituye un orden, se organiza a partir de ese cuerpo y ese cuerpo da cuenta de un archivo.

Sergio Villalobos-Ruminott / Realismo capitalista: revuelta, interrupción, restauración

Filosofía, Política

Los años setenta también vieron el crecimiento en Gran Bretaña de movimientos gay, antirracistas, feministas y verdes. En muchos sentidos, fue el éxito sin precedentes de la izquierda y la contracultura en los años 1970 lo que obligó al capital a responder con el neoliberalismo. Esto se desarrolló inicialmente en Chile, después de que el golpe de Estado de Pinochet, respaldado por la CIA, derrocara violentamente al gobierno socialista democrático de Salvador Allende, transformando el país –a través de un régimen de represión y tortura– en el primer laboratorio neoliberal. Mark Fisher, K-Punk (2018: 372)

I. Introducción

En estos días se cumple el quinto aniversario de las revueltas chilenas del 2019. En términos generales, cinco años no parecen ser suficientes para aprehender tendencias y evaluar la naturaleza de cualquier fenómeno histórico; sin embargo, lo ocurrido durante estos últimos años requiere contravenir esta creencia e intentar un análisis que nos permita dimensionar el alcance de dichas revueltas y poner atención a las diversas narrativas originadas en torno a ellas. Recordemos brevemente la concatenación de hechos recientes con el fin de hacer ciertas precisiones: el viernes 18 de octubre de 2019, lo que comenzó como un ciclo más de protestas estudiantiles motivadas por un aumento arbitrario de las tarifas del metro, se convirtió en una revuelta social generalizada. El siguiente viernes 25 de octubre, más de un millón de personas participaron en una serie de manifestaciones que se desarrollaron en Santiago y en las principales ciudades del país. Durante las siguientes semanas y a pesar de la brutal política represiva implementada por el entonces presidente Sebastián Piñera, la situación continuó escalando, aglutinando de paso a la población de manera transversal. En respuesta a esta escalada, el viernes 15 de noviembre, en una jugada estratégica, políticos de distintos sectores se reunieron en el Congreso nacional y alcanzaron un acuerdo denominado Acuerdo Por la Paz Social y la Nueva Constitución que, como su nombre deja claro, fue un reconocimiento oficial de la necesidad de una nueva constitución.

Jorge Pavez Ojeda / Claroscuro en el oasis. Lo que va quedando de la revuelta

Filosofía, Política

A los pocos días de iniciada la histórica revuelta popular de octubre 2019, cuando el entonces presidente Piñera decretó el Estado de Emergencia Constitucional y los militares se tomaron las calles de las principales ciudades de Chile, la frase “Piñera conche tu madre, asesino igual que Pinochet” empezó a ser coreada por las multitudes movilizadas. La comparación se sostiene en el estado de excepción y la cruenta represión que desató el presidente empresario contra las movilizaciones masivas que sacudieron el país. En marzo, luego de cinco meses de protestas, se contaban un total de 34 fallecidos, de las cuales 6 fueron víctimas directas de fuerzas del orden (por disparos, golpes y atropellos con vehículos blindados), 6 por ataques de civiles armados contra manifestantes, y 15 fueron encontradas en lugares incendiados sin aclaración de sus causas de muerte, además de las 5.448 víctimas en diferentes grados de vulneraciones a sus derechos humanos entre los cuales casi 500 mutilados oculares, la encarcelación de miles de manifestantes (36.745 detenidos formalizados, de los cuales 2.500 detenidos aproximadamente se mantenía en prisión preventiva a esa fecha). Además de las zonas urbanas centrales, los barrios populares fueron fuertemente atacados, sometidos al acoso policial de gases y disparos, al igual que lo fueron durante la dictadura. En esos mismos barrios, masas de pobladores asaltaron las comisarías, contándose a esa fecha más de 150 recintos policiales afectados, en acciones que dejaron centenares de heridos civiles. Por eso se entiende que en el estudio de las diez palabras más repetidas en los mensajes rayados en las paredes del centro de la capital (Darío Quiroga y Julio Pasten, Alienígenas. El estallido social en los muros) se repitieran “paco”, “ACAB” (All Cops Are Bastards), “Asesino”, “Yuta”, “Milico”, y “1312” (igual que ACAB). Las otras palabras con mayor inscripción en los muros referían a otras formas del abuso estatal (“Piñera” y “Sename”) y económico empresarial (“TPP” – Tratado de comercio transpacífico—, “AFP” – Administradoras de Fondos de Pensiones— y nuevamente Piñera. Otra crónica de esos días (Patricio Fernández, Sobre la marcha. Notas acerca del estallido social en Chile) anota setenta frases diferentes para insultar o despreciar a los “pacos” en los rayados de las paredes, desde “gracias por nada paco culiao” hasta “aborta x si sale paco”, pasando por “ – Pacos + Gatitos”, “+ MDMA – Pacos”, “Paco inculiable” o “Cría pacos y te sacarán los ojos”. Estas palabras compartían los muros con imágenes en afiches, esténciles y murales que hacían explicitas las analogías entre el estado policial de derecha y el estado policial de la dictadura, con yuxtaposiciones de los retratos de Piñera y su ministro Chadwick con los de la Junta Militar, la frase “la dictadura de Piñera”, la fórmula “1973 = 2019”, o la frase de la canción “Se viene el estallido” (2001) de los argentinos Bersuit Vergarabat: “Si esto no es una dictadura, ¿qué es? ¿Qué es?”.

Mauro Salazar J. y Javier Agüero Águila / Asediar la Revuelta. Una autocrítica (a propósito del PNUD)

Filosofía, Política

Tras la alquimia de los torniquetes (18 de octubre), se agolparon multitudes que desplegaron barricadas, grafitis, murales y performances, sin proyectar ningún horizonte institucional (“realismo”) cediendo el espacio a la derecha y a un “progresismo adaptativo”, que se ha desplegado en las últimas semanas. Pese a las potencias igualitarias, la revuelta concedió “lugares vacíos”, sin custodiar críticamente formas de traducibilidad, articulación, o bien, alguna trama destinal por aquellos meses.

En el último tiempo, y por una vía radicalmente distinta -aunque muy síntomal- ciertos hitos de Octubre han sido visibilizados por el Informe PNUD 2024. El mensaje del Informe es que los cambios han sido postergados, diferidos, interrumpidos, etc. En suma, no hay inventividad, ni sesgos ex nihilo. El mensaje de hoy devela un país sin metáforas de época, imagen de futuro, ni semblantes de transformación. Si bien el informe no tiene la densidad del año 1998, Paradojas de la Modernización, deja planteado la tesis de ruptura entre «lo político y lo social».

Aldo Bombardiere Castro / Estallar

Filosofía, Política

El estallido sólo designa su modo de darse: la irrupción de lo incontenible. Lo que estalla, ya sea que explote o implosione, lo hace súbitamente. Estallar es, antes que una acción, la forma que esta toma.

Algunos creen que aquello que estalló el 18 de octubre de 2019 fue la sociedad, o la ya insostenible ira de las personas por vivir en una sociedad del consumo sin los medios suficientes para consumir. Así, ellos se apresuraron a atribuir las causas del llamado “estallido social” a un malestar por defecto, a un malestar por carencia: como no todos pueden gozar de la fiesta del consumo, el problema no residiría en el capitalismo, sino en aquello que impediría al capitalismo. En suma, para ellos, lo que estalla es el resentimiento vestido de violencia: la impotencia.